Maddison es hija de la Diosa que prometió ser virgen por toda la eternidad.
Una maldición la está persiguiendo.
¿Podrá escapar de su destino?
¿Podrá convencer a los dioses del Olimpo en no asesinarla?
¿Que pasaría si se enamora del hijo del dios del...
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Narra Maddison
—Por favor Maddie, solo un día ¿si? —dijo sollozando en mi pecho. Negué levemente combatiendo las lágrimas.
—No puedo May, y tu lo sabes... —dije en un susurro.
May se tensó.
—Ma... Maddie —. Dijo separándose de mi y tartamudeando nerviosa.
—¿Que pasa? — pregunté preocupada.
—¡Maddie atrás de ti! —me giré y vi a unas furias justo ahí.
Tome una flecha rápidamente y apunte, parece que eso las enojo aún más, me empezaron a atacar y a jalarme.
—Te amo May, entra al campamento y no salgas ¿ok? —dije entre quejidos, trataba de apuntar con el arco y la flecha pero tres contra uno no era una pelea justa.
—¡Voy por ayuda! —se dio media vuelta y corrió colina abajo.
—¡¡Ni se te ocurra Maya Hall!!
Pude matar a una de ellas, esta se evaporizo. Una de ellas me hizo un corte en la brazo que hizo que sangrara y soltara un gemido de dolor.
— ¡Pagarás por tus acciones Maddison! —dijo una de ellas con una voz malévola.
—Yo no pago, tengo pase V. I. P —dije con sarcasmo, aunque sonó mejor en mi cabeza.
Rode hacia un árbol dispare hacia otra de las furias, para después toparme cara a cara con la última.
—Maldita sea — dije por lo bajo.
En eso por el rabillo del ojo pude ver a un chico con cabello negro, más alto que yo, de mi edad y con ojos verde mar.
—¡Aléjate de ella! —grito el chico sacando una pluma de su bolsillo, presionó la pluma haciendo click.
De esta salió una espada de bronce con un tridente en el centro.
La furia gruñó, me dejó ir y atacó al chico.
Vi a varios campistas acercarse a "ayudar" aunque sólo estaban viendo los chismosos.
Retrocedí poco a poco, no podía entrar, no quería morir.
Pero me tope con los ojos de May que me miraba fijamente con una mirada de tristeza.
Negó como diciéndome no me dejes.
Retrocedí más rápido, viendo a May, al chico que seguía peleando y a todos los campistas viendo la función.
Hasta que choque con alguien.
Al darme media vuelta había un centauro que reconocí inmediatamente. Quiron.
—Hola, soy Quiron. —dijo a lo que yo asentí.
—Yo...Yo no puedo estar aquí, tengo que irme —seguí mi camino esquivandolo.
