Capítulo 1

1.8K 98 20
                                    

La universidad de Belgrave me ha traído muchas dudas sobre qué carrera estudiar, pues las áreas Biología e Historia me atraen bastante y la variedad de carreras me han puesto de cabeza, mis limitadas posibilidades solo me dan la oportunidad de elegir una vez y no arrepentirme, espero no hacerlo. Al fin y al cabo me decidí por la licenciatura de Antropología, es muy interesante y me deja con mis dudas sobre la humanidad. Agradezco que pueda estudiar en tal prestigiosa universidad, el cual me pone de buen humor, este año quiero dar lo mejor de mí.

El año pasado me esforcé por encontrarme aquí, debo aclarar que soy becada. Sí, la mejor de mi clase y graduada con honores. No tuve tiempo para hacer amigos, no son mi fuerte, hacer feliz a mi abuela lo es, por eso cada día trato de superarme un poquito más.

Miré nuevamente el establecimiento y luego a los estudiantes, soy callada lo que quiere decir que me pueden considerar como tímida, aunque esa palabra me cause náuseas. Caminé a mi clase y fue de lo más normal, para mí, antes me hablaba con dos chicas Kyle y Miranda eran de lo mejor. Venían a casa a "ayudarme con la tarea" pero en realidad me decían que era escusa para verme, las quería tanto... Pero les contaré lo más trágico. Ambas se cambiaron de escuela.

Les diré que quizás me ponga en papel de víctima, total esta es mi versión de la historia. Recogí los libros de la butaca y los metí en mi mochila, otro problemín que debo arreglar. Me dispuse a ir a una recepción, donde un profesor o algo así me iba a dar un tour por la universidad, obviamente no era necesario porque una de las cosas que creía me mantendrían ocupada serían recorrer los pasillos  y en cuanto sepa donde está la biblioteca visitarla sucesivamente.

Toqué la puerta y de inmediato un hombre salió de espalda cargando un artefacto antiguo, desde donde estaba noté que tenía pelo castaño y piel clara, no era para nada robusto y mis expectativas de que se tratase de un profesor bajaron a cero por ciento.

—¿La rectora no te dijo que yo me encargaría de llevarle el artefacto?  —Dejó el objeto que cargaba para descansar, soltando un largo suspiro, luego se giró en mi dirección, en cuanto me vio se puso en frente del objeto y se rascó la cabellera  —Ah... Lo siento, me confundí de persona, ya se me hacía raro que tocaran la puerta, ¿Qué buscas?

Mi duda se reflejó en mi ceño, por qué se puso en frente de aquella cosa, qué ocultaba. Después de todo yo no era una quisquillosa chica chismosa. Disimulé mis sospechas cubriéndolas por otras más importantes.

 —¿Usted es Hamish Duque...?

El hombre sonrió ante mis palabras y cambió su expresión a una coqueta, relajando sus músculos, supongo que se dio cuenta de que no debía desconfiar de una estudiante.

 —Sí, ¿se le ofrece algo señorita?

 —Claro, me dijeron que usted me enseñaría la universidad, soy Mary Bairon.

Frunció su semblante y luego achicó los ojos, dudaba de lo que le decía. Aún no entiendo por qué las personas desconfían de mí, tendré cara de mentirosa o algo parecido. Como aquella vez que en la secundaria pensaron que era una estudiante extranjera y que había llegado por accidente, a pesar de que llevaba años en la institución era como un fantasma. Estoy más que segura que nadie en mi excurso se sabía mi nombre.

 —Nadie me dijo que vendrías, tal vez sea un error.

Despegué la vista de la pared y metí la mano en mi mochila, corrí los libros y al fondo de todo se hallaba un papel arrugado y hasta quizás un poco roto. Saqué el manuscrito, la firma del la persona que me lo había dado estaba corrida y desprolija.

—Tome, este papel me lo dio una empleada de la universidad, no me dijo qué función cumplía solo eso. Que un tal Hemish Duque me enseñaría la universidad, creo que se lo dan a todos los nuevos.

La mayoría de las veces tomaba confianza con las personas que me trataban bien, hasta ahora no me había dicho nada malo y solo había desconfiado de una desconocida, lo común.

 —Mmm, ya veo.  —Se metió el papel al bolsillo de su chaleco, un estilo que debía admitir era atrayente  —Está bien, pero primero debo ir a un lugar ¿No te puedo dejar sola verdad? Tendrás que acompañarme, ¿te parece?

Acepté gustosa, no tenía nada que hacer, desde hace mucho tiempo que no tenía nada que hacer. Las tareas se me hacían sumamente fáciles, no tengo vida social, ya que soy antisocial, mi abuela se encuentra a miles de kilómetros de distancia y estaba aburrida. Ya está, no debo dar explicación a todo.

Salimos de la universidad, le ofrecí ayuda en cargar el artefacto al chico, pero me dijo que podía solo entonces no insistí, antes de subir al carro miré la amplia vista que ofrecía Belgrave. Hermoso.

Hubo un momento en el que dudé si subir, pero yo ya era una persona adulta y puedo tomar mis propias decisiones, además que parecía una persona con otras intenciones, unas mejores. Aparcó el auto, bajamos y nos dirigimos a un lugar enrejado, parecía abandonado. Fue en ese momento en el que dude, cuando el tipo se distrajo aproveché para ver si aún estaba el arma  en mi mochila, pues ahí se hallaba, con su amenazadora punta. Entramos y la verdad, por dentro no tenía nada que ver con lo de afuera, era como estar dentro de un castillo de época. Velas en candelabros y más velas en la pared. La luz tenue le daba la pizca de elegancia.

El chico apoyó  el artefacto en una mesa de piedra que había en medio de una sala que entramos.

 —Espérame aquí, no toques nada, buscaré a Vera.

Salió trotando, desapareciendo en uno de los tantos pasillos oscuros del lugar, me acerqué cuidadosamente a aquel objeto tan misterioso, que ya llevaba tiempo intrigándome. Era de un color dorado oxidado y parecía una pelota de baloncesto, pero las rayas negras eran transparentes dejando ver lo que había dentro, que estaba vacío. Esa cosa no parecía pesada, pero nunca se debe confiar en la apariencia.

Mi curiosidad cambió a la institución, tan elegante y terrorífica a la vez, concluí que me merecía un recorrido personalizado de este lugar. Tomé un pasillo que estaba iluminado por un par de velas, giré en una curva y el pasillo empezó a hacerse un poco más estrecho, giré de vuelta y de vuelta, tomando otros corredores y sumergiéndome. ¿Qué tan grande es este lugar? Desde afuera se veía más chico. Por fin encontré otra sala como la de hace rato, tan abierta y amplia, solo que ahora había un chico de tés oscuro, hablando con otra persona a espaldas. Sus ojos cambiaron a mi dirección.

Me asusté ya que llevaban túnicas negras, aparentaban de mi edad, pero aun así un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Uno me señaló acusándome y luego gritó.

  —¡Ahí! ¡Se escapó!

Una vergüenza se asentó, lo que provocó que me girará e intentara volver de donde venía, pero una chica de pelo castaño y mirada intimidante se hizo un tajo a propósito en la mano y dijo unas palabras, me desmayé, la visualización se me nubló y no supe nada más.

La Orden Secreta -Caballeros De San Cristóbal- © [Wattpad]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora