Capítulo 4

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Angustiada me fui al lugar donde habían hecho la celebración anoche. Como me dijeron todo estaba sucio, comencé con las botellas, recogí los envases y los puse en una caja para reciclarlos. Proseguí con las copas de vidrio, enjuagando y secando con una servilleta limpia, todo esto me recordó cuando ayudaba en la casa, me preocupa mi nana, la dejé con una enfermera, pero técnicamente la abandoné. Aunque ella me hubiera insistido me pareció sumamente inconveniente dejarla sola con sus condiciones de salud.

Estaba arrodillada terminando de acomodar los vasos en los muebles de abajo cuando unos pasos se escucharon entrar, me arrimé para ver de qué se trataba, eran los mismísimos chicos de la cabaña, acompañados por el profesor. No eran mis intenciones escucharlos, pero no se dieron cuenta de mi presencia, ya que el mueble junto con otros formaban una barrera.

—No puedes obligarnos, no quiero que me borren la memoria.

La voz de la chica retumbó en las paredes, se le oía desgarradora como si estuviera a punto de largarse a llorar.

—Qué prefieres, te estoy dando la oportunidad de que te entregues, suena mejor eso en vez de que yo te acuse.

El profesor parecía decidido, en una de las dos formas conseguiría que sus amigos se entregaran. Yo me mantuve con media cabeza fuera, no quería que pensaran que estaba espiando.

—Hamish, vamos. ¿En serio quieres que le diga a la Gran Maga que maté a Kepler? Seria suicidio.

Un silencio un tanto incómodo se asentó, ¿y si se daban cuenta de que estaba aquí? Tal vez ni siquiera peligraba, ese grupo de personas parecían estar más metidos en lo suyo. Sin embargo eso no fu necesario para calmar mis nervios, y una de las cosas que hago cuando estoy nerviosa es hipar.

—No sé, hace semanas que no sabemos nada de Jack, Lilith quiere regresar con Rowgan y ustedes se habían desaparecido, ¿cómo creen que me he sentido? —me empezaba a dar cuenta que esto se estaba poniendo sentimental  —Vera en lo único que piensa es en recuperar su magia y yo como líder de los caballeros me siento inútil, pero ya no más.

Fue en ese instante en el que me comencé a alentar a que saliera del escondite, supongo que ya sé demasiado, una de las cosas que más odio es que las personas husmeen en donde no deben. A pesar de que yo tratara, la conversación seguiría, no sé si debo... Si me entrometía corrompería el arreglo que se estaba haciendo, porque si no me equivoco en la cabaña no estaban tan bien como ahora.

—Está bien —habla la segunda voz masculina, como rindiéndose —Le diremos a la Gran Maga, pero solo danos un poco más de tiempo.

Se oyó un okay por parte del profesor y este se retiró.

—Yo iré a buscar a Selena, quizás recapacite. 

Finalizó incrédula la morena, pero en este caso entregaría mi cabeza en bandeja de plata, un hipo quería escapar, ¿qué se supone que haga? ¿me lo trago? Intenté sin resultados positivos, ojalá me supiera un hechizo de invisibilidad, si es que existe. Silenciosa asomé medio rostro, el pelinegro no se había ido, es más, se veía sin intención alguna de retirarse, hubo señales de su parte... Pero se estaba acercando a la mesada que tenía como pared protectora.

Me tomé el tiempo para pensar mi estrategia, respiré profundo, nunca me vería como una mete narices, ¿desde cuándo te preocupa lo que piensen los demás, Mary? Concluí que me iría de la sala muy lentamente para no levantar sospechas, total ahora se trataba de una sola persona, no iba a hacer tan difícil.

—¿Qué hacías espiándonos?

Escuché aquella voz al lado de mi oído, por la forma en que me preguntó aquello le daba gracia esta situación, ya que el chico a un costado me sonrió. —Ya me voy.

Salí disparando, quise pasar el umbral, pero el zumbido de hace rato me lo prohibió, esta vez no se comparaba con la anterior. Algo dentro de mí ansiaba salir, tanto que yo quería que acabara. Me giré a ver a aquel chico que estaba igual, en el sentido de que también sentía lo que yo, a comparación en mi mandíbula se sentía un dolor punzante, me toqué la boca y en mis dedos había sangre, ahora sí podía comprobar de qué se trataba, saqué mi teléfono y a través del reflejo vi un monstruo horrible. Esa no era yo. Aquellos ojos le pertenecían a otra cosa.

—Pensé que solo existían seis Werwolf Hide.

El muchacho me tomó del rostro y revisó los colmillos amenazantes, con mucho esfuerzo logré que el dolor desapareciera y todo volviera a la normalidad, asegurándome en el reflejo de la pantalla de que se tratara de mí. —Qué me pasó, por qué los dientes se me...

—No sé, a ningún Caballero le ha pasado que no se conviertan. Es extraño, ¿un nuevo caballero, qué tal suena eso?

Quizás él trataba de agregarle un poco de humor a la situación, a lo contrario yo estaba aterrorizada. Sí este era mi nuevo futuro, no me agradaba, qué pasaría con mis planes. Esta cosa que tengo no me dejará en paz nunca. Y esta experiencia me confirmó que lo del cofre en medio del bosque con las letras gravadas "Goldenwolf" si pasó. Significa que lo que yo creía era pintura en realidad se trataba de sangre.

—¿Puedo dañar a las personas?

Una pregunta extraña, pero que me la respondan sería de lo mejor. La sangre de anoche no me pertenecía, lo que vomité tampoco porque si no estaría muerta.

—Depende.

Esa no era una respuesta concreta, ¿o sí? El profesor junto con la morena entraron y nos vieron, parecían estar preocupados por un problema mayor al mío. A mí que me interesaba, me acabo de enterar de que  mi futuro ya no era el mismo. La tierra empezó a tiritar, será imaginación mía o de verdad hay un sismo activo. Me apoyé a la pared, ya que esta era mi segunda vez presenciando uno. En la primera tenía como siete años y esa noche aquel fenómeno acabó con la vida de mi abuelo. No quería morir.

 —Erupciones de Tártaro.

Pronunció el profesor Hamish Duque, alterándome más. Qué significaba eso, que habría un terremoto que nos mataría a todos o quizás que los extraterrestres nos invadieran. Si es que se quieren ir por las ramas de la magia significaba que todos seríamos sacrificios para satanás.

Con los demás salimos del templo, mientras tanto observaba como chicos y chicas, estudiantes y aprendices corrían buscando refugio. Pero aquí algo no me cerraba.

—¿Exactamente que está pasando?

Me dirigí al profesor, quizás este sabía algo y podríamos ayudar de alguna forma. —El apocalipsis.

La Orden Secreta -Caballeros De San Cristóbal- © [Wattpad]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora