Esta es una noche hermosa, si tienes a alguien con quién compartirla.
Desgraciadamente, aquél hombre con olor a café hace muchos años que ya no tenía con quién compartir noches hermosas como esta.
Pero tampoco es como si estuviera de humor para gozar de las hermosas estrellas que lucía aquel cielo de gala.
La verdad, no tenía humor para nada.
A veces, en el transcurso de su vida, había noches como estas.
En las que la soledad lo acechaba, en las que tan solo parecía un hombre amargado por la vida, por la tristeza.
Ojalá ese hombre con olor a café hubiera lanzado aunque sea una mirada al cielo estrellado.
Por qué entonces se hubiera percatado de la pequeña estrella que, con destellos de luz, le decía que lo amaba.
Pero este hombre hace tiempo que había dejado los hubieras atrás.
Por eso es que su pequeño café existía.
Para cambiar el hubiera por un es, o un será.
Aunque, en ocasiones, era difícil.
Cómo en esta noche.
Y cuando había noches difíciles como esta, sus pasos cansinos lo guiaban a aquél solitario bar de las afueras de la ciudad; donde nadie lo molestaría, donde nadie lo vería caer.
Se sentaría en la mesa del fondo, pediría un trago tras otro, y pensaría en todos los hubieras que no fueron hasta que su mente no razonara y sus músculos no respondieran.
Y, para el día siguiente, cuando la resaca pasara y un nuevo día arribara, sería el dueño de siempre de aquél poco concurrido café, sonriente, servicial y atento.
Ahh, otra de las razones por las que esta era una de esas noches difíciles.
Su poco concurrido café estaba a nada de caer en bancarrota.
Al parecer sus lattes y cafés amargos no costeaban la renta ni los impuestos.
Suspiró aún de peor humor.
¿Acaso esta noche podía ser peor que su humor?
No lo creo.
Pero siempre están aquellos que logran lo imposible ¿no es así?
Específicamente una chica de caramelo y un joven de la ventana un poco pasados de copas, que lo saludaron al verlo entrar por la puerta de aquél bar barato.
― ¡Pero si es el viejo! ― saludó el joven
― ¡Señor dueñooo! ¡Por aquí! ― le llamó la chica
― Ignóralos, ignóralos, no los conoces ― se dijo a sí mismo con el ceño fruncido.
― ¿Ves? No nos ha escuchado ¡Por eso te dije que debías gritar más fuerte tonta!
― ¡Pero si no me dijiste nada!― Claro que sí Antena.
― ¡Qué no!
― Que sí
― ¡Qué no!
― Qué sí
Del otro lado del bar, el hombre con olor a café escuchaba aquella discusión sin sentido mientras se masajeaba las sienes con irritación.
¿Por qué, de todos los bares que había en esa inmensa ciudad, tenía que encontrarse con esos mocosos en este, SU bar?
― ¡Qué no! ¡Señor dueño! ¡Venga y dígale a este emo engreído que yo tengo la razón! ― gritó la chica con toda la fuerza que le permitía su alcoholizada garganta.

ESTÁS LEYENDO
We can't
Fanfic"No podemos porque amo a Norman" "No podemos porque eres el novio de mi amiga" "No podemos porque simple y sencillamente... no está bien" argumentó ella. "Pero... ¿y si ignoráramos todo esa mierda?..." propuso él con la mano extendida y una petulant...