Casamiento y Religión.

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Por motivos de la separación, mi madre volvió a su ciudad natal y nos quedamos un tiempo en la casa de mis abuelos.
Mi abuela, le propuso a mi madre que estudiase en Villa Rica, Paraguay pero no en una universidad, sino en una Iglesia formada específicamente para que los jóvenes que ingresaban allí estudiasen la Santa Biblia y si eran llamados por Dios, se convertirían en Pastores capaces de dirigir una Iglesia siendo todo para la Gloria de la divina Trinidad.
Esta religión está conformada por evangelistas que como muchos saben predican una doctrina muy diferente del catolicismo, o el legalismo, aunque sea de la misma rama.
La Iglesia (que prefiero dejar en anonimato su nombre) Evangélica era como una especie de hospedaje, que llenaba todos los requisitos y brindaba comodidad para los jóvenes que asistían allí.
Mi madre dejó sus estudios de abogacía y se dirigió a Paraguay para estudiar la doctrina.
Una mañana, en pleno solsticio del cruel invierno a las 7:20 am, agarramos el colectivo Puma del Valle y me acuerdo con claridad que llevaba conmigo un juego de té en mi mochila color bordo, obsequio por parte de mis abuelos que me duro un solo día cuando me lo olvidé en el asiento del colectivo. Fue algo muy duro para mi.
En aquel lugar mi madre conoció a un joven de unos veintidós del que se enamoró perdidamente y por lo que se percibía, él también de ella. 
Fueron pareja mientras estudiaban y después de cuatro meses allí, él le ofrece matrimonio. Ella acepta su petición y se casan en una boda sencilla pero bella.
En ese entonces tenía cuatro años, yo había ido con mi madre y mi abuela también para aquel lugar.
Pronto, aquel joven enamorado que predicaba con sabiduría las santas enseñanzas de la Biblia y se la pasaba todas las mañanas predicando alrededor de muchachas que lo escuchaban con una particular atención, pasaría a ser mi padrastro.









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