Convivencia

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Conviví con ellos tres años. Tres años que me las tuve que aguantar, tres años de dolor, pánico y sufrimiento.
Íbamos a una Iglesia Evangélica que quedaba en Villa Jardín, Buenos Aires, todos los sábados y domingos por la tarde. Primeramente, parecían ser una familia normal, hasta que empezaron a mostrar sus verdaderas facetas.
Desde temprano a la mañana que hablaban de chismerío, eran extremadamente hipócritas, hablaban mal de muchos de los hermanos de la Iglesia y analizaban sus vidas.
Mirta era la mujer de la que nada se le escapaba de sus ojos, sabía cada detalle de la vida de su entorno. En cambio Ignacio era más callado, pero participaba también con sus comentarios chismosos.
Cada una de nosotras teníamos asignada una tarea, una lavaba los platos del mediodía otra cocinaba o planchaba y así sucesivamente.
Estaba bien organizada, de hecho me parecía correcto solo que en esos tres años, nunca me acostumbré a ese tipo de convivencia.
Menos cuando Juliana empezó a tenerme celos. Porque hablaba con Valeria y a Juliana eso le molestaba, pero era una estupidez.. Claro que tomando en cuenta la edad, era entendible.
Excepto cuando empezó a hacerme la vida imposible con sus insultos verbales que me las tenia que aguantar, hasta que yo explotaba y nos agarrábamos de los pelos. Ella se largaba a llorar y la ligaba yo cómo la culpable por "molestarla" y no podía responder cuando me retaban. Debía callarme.
¿Y porqué tenia que estar pasando esas situaciones? Agarrarme de los pelos con una niña que apenas dos meses la conocía, y que me retaran cuando yo no la atacaba. ¡Por Dios! Era una tremenda tontería la causa de las acusaciones de ella hacía mí.
Hasta que solo tuve que ignorarla y aguantármela, así de fácil.

















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