Familia

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Todo parecía perfecto para mi y así lo fue, pero solo al principio.
Estaba feliz de ver una nueva familia, mi nuevo padre era un hombre tan lleno de bondad y mi madre una mujer que siempre estaba al lado mío cuidándome.
Reía tan ampliamente mientras jugaba por los patios afuera de la iglesia con otras niñas de mi misma edad.
También estaba en compañía de mi abuela Nilda, que siempre me sentaba con ella cuando era la hora de la reunión o culto.
Recuerdo con claridad que en aquellos días, mi madre estudiaba la biblia en un salón de clases con otros jóvenes mientras yo la acompañaba.
Para mi mala suerte, yo tenía una cartuchera de metal y no podía agarrar mis colores sin hacer un pequeño ruido con los lápices de madera mientras dibujaba.
Sin querer, se me cae la cartuchera de metal y el silencio de la sala se convierte en un estruendo irritante, tanto fue el estrépito; que recibí un sermón por parte del pastor anciano que era el fundador de esa iglesia.
Me asusté con su reprimenda y pedí disculpas, fue gracioso. Hasta hoy me acuerdo de aquello y tenía cuatro o cinco años. Los días pasaban y todos eran bonitos para mí, mostrándonos​ ante todos ser una familia unida con la bendición de Dios. Todos los hermanos en cristo respetaban a aquel pastor lleno de sabiduría junto con mi iglesia.

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