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El día siguiente no fue para nada agradable para Jisoo. Ese día llegaron un montón de personas para hablar con Roseanne, era la novedad posiblemente de la semana, no faltaban los hombres que se le declaraban, las chicas que pretendían ser sus amigas, y un montón de personajes más. Jisoo se sentía ahogada con tanta gente a su alrededor, aunque no fuese necesariamente por ella. Roseanne asentía con una sonrisa nerviosa cada vez que alguien le decía algún cumplido, sea pasado de tono o no, y se quitaba el sudor de los nervios con la manga cada vez que alguien se acercaba, se sentía sofocada y eso Jisoo podía verlo. Lo sabía aunque la castaña no le dijera siquiera una palabra. La pelinegra sintió un ahogo dentro de sí misma y al no poder contenerlo, se terminó parando de golpe.
—La están sofocando, idiotas. Esfúmense y denle algo de aire.
Roseanne miró a Jisoo y le sonrió agradeciéndole con la mirada que la salvara de tal incómoda situación. La gente comenzó a esparcirse sin antes no tirarle algún insulto a Jisoo por ser aguafiestas.
—Gracias.
Jisoo asintió y volvió a tomar asiento, Roseanne se acomodó en su lugar y a los pocos minutos tocaron el timbre para entrar a clases. Los chicos de fútbol entraron corriendo con balón en mano, sucios y sudados, con el reclamo de la gente que les pedía que se bañaran en perfume o desodorante.
Ese día hicieron evaluaciones de diagnóstico, aunque no llevaban calificación, era para evaluar el rendimiento de los alumnos, por lo que no avisaron nunca de que se iba a realizar.
Jisoo sacó su estuche en medio de la evaluación para retirar de todo el desparramo su sacapuntas y naturalmente, sacarle punta a su lápiz que estaba dando sus últimos suspiros de vida. Comenzó a sacarle la punta, con los restos de madera cayendo y ensuciando su mesa, cuando estuvo feliz con el resultado de la filosa punta, guardó su sacapuntas. Y fue cuando se dio cuenta del problema que estaba teniendo Roseanne.
La castaña tenía un error en su prueba, pero no tenía goma con la cual borrar. Intentó con la parte trasera de su lápiz pero la goma no le ayudaba en nada más que manchar la hoja y doblarla. Jisoo soltó una pequeña risilla inaudible, agarró la única goma que tenía dentro de su estuche y se la pasó a Roseanne.
—Tómala.
La castaña le preguntó si estaba bien que hiciera eso, claramente sin hablar; en plena evaluación de seguro las hubiesen mandando a dirección, y Jisoo asintió, diciendo que tenía otra de repuesto, aunque fuese una descarada mentira.
Fue una descarada mentira, pero por alguna razón, Jisoo no se sentía mal con ello.
