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Al día siguiente Jisoo se comportaba extraña y estaba inquieta, jugaba con los lápices y de vez en cuando se le caían, Roseanne lo notó pero prefirió no decirle nada, pensó que quizá era porque se acercaban las revelaciones de calificaciones y eso la tenía así de nerviosa.

Pasaron todo el día juntas, como era de costumbre, era día viernes, lo que significaba que Jisoo iría a casa de Roseanne para ver alguna película o serie, y si se necesitaba, se quedaba a dormir hasta el día siguiente. Eso hacían todas las semanas, pero esta vez algo raro sucedía con Jisoo.

Las clases terminaron y finalmente era hora de irse, fueron juntas hasta la puerta, pero Jisoo se detuvo.

—Hoy no puedo ir a tu casa. La próxima semana. ¿Sí? Lo siento.

Roseanne asintió y le sonrió dulcemente, aunque algo entristecida, ya había planeado todo y había comprado las palomitas favoritas de Jisoo, pero tendrían que guardarse para una próxima ocasión.

Jisoo entró nuevamente al establecimiento mientras que Roseanne caminaba hasta su casa. La pelinegra estaba nerviosa, se asomó por todos lados y subió las escaleras hasta el segundo piso. Entró a su salón y tragó saliva, la delegada la estaba esperando sentada encima de la mesa de Roseanne.

—Tardaste.

Jisoo rodó los ojos y tiró su mochila encima de una mesa, la delegada se paró y se dirigió con ambas manos atrás hacia Jisoo, quien no pudo evitar dar unos cuántos pasos hacia atrás.

—Pensar que tuve que hacer todo esto para conseguirlo.

La delegada se abalanzó contra Jisoo, con ambos brazos rodeando sus brazos, la pelinegra quedó inmovilizada en cuanto sus labios tocaron los de su contraria, se sintió sucia por alguna razón, no movió sus labios, tampoco puso sus manos en las caderas de la delegada, no lo disfrutó porque no quería hacerlo, la única persona que encendía sus hormonas de adolescente era Roseanne, y nadie más. La delegada metió su lengua dentro de la boca de Jisoo, quien rápidamente la empujó hacia atrás, limpiándose los labios con su manga. Su contraria lamió sus labios y Jisoo hizo una mueca de disgusto. Tomó su mochila y salió del salón apurada.

—Vaya. Saben mejor de lo que esperaba.

La delegada tocó sus labios y los lamió lentamente, cerró los ojos y soltó una risa.

Jisoo caminaba dando pisotones y golpeando las piedras que se le cruzaban. Estaba molesta, básicamente tenía una impotencia terrible acumulada dentro. Pero al menos se había librado del tormento que la presionaba tanto. Y podía mantener a Roseanne a salvo. Eso pensaba ella, claro. La delegada tenía otras intenciones. Y no le iban a gustar para nada a Jisoo.

Roseanne cuando llegó a casa, tiró su mochila y sintió una puntada en el corazón, no supo por qué. Le daban de vez en cuando, y siempre que pasaba, Jisoo le llegaba con alguna novedad.

La castaña sólo deseaba que no fuese nada malo.



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CLASSMATES || CHAESOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora