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Llegó el día jueves, posiblemente el día que Jisoo más odiaba. Primero que nada porque les tocaba deportes y ese día salían más tarde de lo normal. Odiaba deportes con toda su alma, el solo hecho de tener que caminar la fastidiaba, y hacer abdominales o trotar la ponía de mal genio.

En cambio, Roseanne era buena en deportes, flexible y ágil. Jisoo a veces se le quedaba viendo mientras corría, aunque sus ojos se desviaran un poco de recorrido, siempre terminaban mirando su rostro. La castaña se ataba el cabello con una liga, dejando ver su rostro y perfil a la perfección, Jisoo había encontrado una razón para que le comenzara a gustar ir a las clases de deporte.

Roseanne intentaba que Jisoo corriera o se moviera del suelo, porque siempre estaba sentada, y una vez logró moverla de ahí después de insistirle un montón. Incluso el profesor se sorprendió de ver a Jisoo levantada, nadie había logrado moverla de ahí en años, de hecho no hacía deportes, y como no llevaba calificación, no le hacía mucha importancia.

Las clases de deportes habían terminado, dos horas de ver a gente corriendo y trotando, suplicándole a Dios que los librara de ese martirio. Cada vez que daban un descanso, Roseanne se acercaba a las bancas para hacerle compañía a Jisoo, hasta que el profesor la regañaba y la hacía volver a la clase.

Todos se fueron a los vestidores a cambiarse de ropa, Jisoo y Roseanne se quedaron conversando en las bancas, hasta que notaron la hora, Roseanne se alarmó y fue corriendo a los vestidores, deportes era a la última hora después todo.

—Espera.

Jisoo tomó la mano de Roseanne e hizo que la castaña se diera la vuelta automáticamente. Se quedaron un buen rato ahí paradas, hasta que Roseanne abrió la boca.

—Tengo que ir a cambiarme.

La pelinegra no habló y se levantó de la banca, algo violentamente arrastró del brazo a Roseanne en dirección a los vestidores. La castaña la miraba confundida, pero no se resistía.

Llegaron a los vestidores y Jisoo miró para ambos lados, asegurándose de que no hubiese nadie dentro. En cuanto se cercioró, acorraló a Roseanne en una de las paredes de cerámica blanca, apretando su muñeca con fuerza. La castaña intentó moverse, pero Jisoo no la dejaba, se rindió y conectó su mirada con la de Jisoo, sus mejillas adquiriendo un tono rojizo.

—Espera...no puedes. Recién tuvimos deportes y... estoy sucia.

Jisoo la miró con esos ojos oscuros llenos de lujuria y con la voz algo ronca y rasposa, soltó una risita.

— ¿Y eso qué?

Roseanne volteó el rostro dejando su cuello descubierto, Jisoo lo tomó como una abierta invitación y se acercó lentamente al cuello de Roseanne, respirando fuertemente, haciendo que la castaña se estremeciera y lanzara un quejido. ¡Eso es malo, Roseanne, has activado las hormonas de Jisoo!

La pelinegra besó el cuello de Roseane, sintiendo incluso después de una intensa clase de deportes, el dulce aroma a fresas entrando por sus fosas nasales y llenando sus pulmones. La castaña se movía cada vez que Jisoo dejaba una marca, el dolor que sentía se mezclaba con placer y la hacía una mezcla de emociones tan extrañas que no sabía cómo reaccionar.

—Espera, detente... debe haber gente cerca.

Jisoo se detuvo en seco y sonrió.

— ¿Entonces debería parar?

Roseanne corrió la mirada y movió sus piernas, Jisoo la soltó de las muñecas y se alejó de ella, pasaron unos minutos hasta que la castaña agarró la camisa de Jisoo y le dio unos tirones.

—Ya deben de haberse ido...

La pelinegra le sonrió y la tomó del brazo nuevamente, la guió hasta las bancas dentro del vestidor y la hizo sentarse a horcajadas encima de ella. Le tomó delicadamente el mentón y la besó sin previo aviso. Roseanne se movía instintivamente, cada vez que Jisoo se detenía, la obligaba a continuar, aunque a la pobre no le quedara oxígeno. La pelinegra en algún punto, llevó sus manos a la cadera de Roseanne, y mordió el lóbulo de su oreja, haciendo que la castaña soltara un sonoro gemido. Jisoo se detuvo un momento, había descubierto otro punto débil. Dejó besos húmedos en el cuello de Roseanne, y soplaba aire frío, volviendo a la castaña un mar de sensaciones.

Luego de unos cuantos besos, comenzaba a atardecer, así que ambas un poco apuradas salieron de ahí, sin percatarse de que alguien más estaba viéndolas.



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CLASSMATES || CHAESOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora