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Jisoo esa noche no pudo dormir, estaba algo nerviosa, sería la primera vez que visitaría la casa de una amiga, y eso la tenía entusiasmada. Por otro lado, Roseanne tampoco pudo dormir, se quedó mirando hacia la ventana hasta la madrugada. Llegó el día siguiente, y aunque ambas no durmieron, se levantaron rápidamente de la cama al sonar sus alarmas, se arreglaron más rápido y eficiente que nunca y corrieron hacia la escuela, esperando que ese fuera un gran día. Incluso Jisoo desayunó, siendo que nunca lo hacía, pero se había levantado demasiado temprano y el tiempo le sobraba.

Las dos primeras clases fueron historia y artes, las más odiadas por Roseanne, pero las más amadas por Jisoo. La pelinegra tenía un don peculiar para recordar fechas y las cosas manuales se le daban de maravilla. En cuanto a Roseanne, su cabeza era apenas capaz de diferenciar la dinastía Goryeo de la dinastía Joseon, y sobre artes visuales, apenas puede hacer un collar de macarrones para el día de las madres.

Luego pasaron deportes y lenguaje, las materias más amadas por Roseanne. Pero, como es obvio, las más odiadas por Jisoo. Roseanne tenía un cuerpo elástico y era bastante buena en deportes, incluso representó una vez a la escuela en las olimpiadas nacionales y terminó cediéndoles la victoria. En lenguaje, la castaña hacía poemas cautivadores y era capaz de redactar documentos como si estuviera en un último grado de la universidad. Jisoo, era de esas que se hacían la enferma para no hacer deportes y a duras penas escribía la materia en el cuaderno.

Ambas eran diferentes, tenían gustos distintos y podían no parecerse mucho, pero se complementaban como engranajes perfectos y precisos. Sabían siempre qué era lo que le faltaba a la otra y en qué mejorar, por eso cuando trabajaban en equipo, era de esperarse que saliera algo increíble.

El día pasó, en el almuerzo comieron todas juntas y Jisoo de vez en cuando miraba a Roseanne, topándose con que también la estaba observando, y apartaban ambas la mirada con la cabeza gacha. Sentarse juntas no ayudaba, estar tan cerca hacía que sus hormonas de adolescentes hicieran fiestas dentro de sus cuerpos, poniéndolas nerviosas en cuanto chocaban. Si a Roseanne se le caía un lápiz, tenía que agacharse e inevitablemente tocar a Jisoo, poco a poco esos toques comenzaban a volverse intencionales, parecía que ambas necesitaban esa sensación, estaban descubriendo cosas nuevas y necesitaban experimentar.

Luego de las clases posiblemente más incómodas de la vida de ambas, tocaron el timbre para salir, Roseanne se puso nerviosa y movió su cabello con el dedo índice, Jisoo parecía una roca por fuera, pero todos sus órganos estaban gritando desesperados.

— ¿Nos vamos? —Dijo Jisoo, tan segura y confiada que dejó media atónita a Roseanne, ambas se levantaron de sus asientos, arreglaron sus cosas y partieron. No sin antes despedirse de sus amigas y explicar a lo que iban, para no recibir molestas insinuaciones de parte de sus colegas.



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CLASSMATES || CHAESOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora