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Dos días después expulsaron a la delegada por manipulación de documentos del establecimiento, adivinen, realmente Jisoo no debía ese examen.
Los días pasaron, Roseanne y Jisoo habían pasado todas las festividades juntas, habían comenzado a salir y todos lo sabían. Fue una situación divertida cuando Jisoo le propuso a Roseanne ser su novia con un anillo de gomita, la castaña no paró de reír por más de veinte minutos antes de decirle que sí.
Pasaron un año increíble, a pesar de todo, y realmente eran felices, hasta el fin de año. Toda la escuela organizaba una fogata gigante, en donde se unían todos a bailar y festejar el fin del año escolar.
Aunque como era de esperarse, ambas no querían estar junto a tanta gente y terminaron yendo al salón del que tendrían que despedirse en unos minutos más. La fogata se veía en todo su esplendor e iluminaba la noche. Era precioso.
Jisoo besó a Roseanne antes de que liberaran los fuegos artificiales, y un espectáculo de luces y destellos brillante en el cielo las alumbraba por la espalda. Haciendo que los cabellos de ambas se iluminaran.
Se agarraron de las manos y se abrazaron, agradeciendo por tan magnífico año. Aunque ninguna de las dos sabría que ese sería su último abrazo.
Días posteriores, Jisoo llamó a Roseanne pero el teléfono estaba fuera de servicio. Llamó de nuevo, y nada. Llamó a sus dos amigas y no tenían rastro de ella. En la escuela tampoco. La única opción que tenía era ir directamente a su casa, y eso fue lo que hizo.
"¿La familia Park? No, se han mudado hace dos días".
Jisoo esa vez sintió la respiración pesada y le dolió la cabeza, el pecho le apretaba y quería morirse ahí mismo. Pensó que quizá era una equivocación. Buscó por cielo, mar y tierra, pero no logró dar con ella.
Pasaron los años, y seguía sin saber en dónde se encontraba. No salió con nadie. No le interesaba nadie ni nada. Se las arregló para entrar en la mejor universidad de Seúl, porque lo único que le quedaba eran los estudios. Se esforzó demasiado, especialmente en lenguaje, para hacerle honor a Roseanne.
Y ese año eran las inscripciones, terminó quedando y aunque se le hizo difícil pagar la matrícula los primeros meses, obtuvo una beca que le hizo la vida mucho más simple.
Pero a pesar de obtener tantos logros, seguía pensando en esa compañera de clases con olor a fresas que aún rondaba en su mente.
