Capítulo I

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Iba caminando sola bajo la suave lluvia, amaba caminar en la lluvia, no sé porque pero de alguna manera despejaba mi mente, me hacia pensar y eso me gustaba mucho. Así que allí iba yo, las personas con paraguas me miraban extraño y eso me hacia gracia, ellos no sabían lo que se perdían.

De repente sentí que la lluvia ya no caía mas sobre mi, me di vuelta y había un chico protegiéndonos de la lluvia con un paraguas.

-¿Qué haces? -pregunté molesta

-Es que te ví sin paraguas y yo... sólo quería ser amable -respondió sorprendido de mi reacción

-¿Qué? ¡No! me gusta la lluvia -le aclaré -saca esa cosa -dije y me aparte de la molesta protección del paraguas

Seguí caminando, pero noté que el chico me seguía así que me di vuelta.

-¡Dios! Deja de seguirme -ya me estaba irritando aquel chico

- Te vas a resfriar si no te secas pronto

-Eso no te importa -dije indiferente

-¿Por qué te gusta mojarte en la lluvia? -preguntó ya alcanzándome y caminando a mi lado

-Que te importa -dije a secas y paré de caminar para mirarlo

-No sé por que te molestas, sólo estaba preguntando -se encogió de hombros, luego cerró el paraguas.

Su pelo empezó a mojarse y luego el resto de él

-¿Que estás haciendo? -me reí, este chico estaba loco

-No sé, trato de comprenderte -dijo como si fuera lo mas normal del mundo

-Eres muy extraño -sonreí y el también lo hizo, luego me di cuenta de que estaba hablando con un extraño- ¿Que quieres?

-Pues... No sé, conocerte supongo -sonrió de lado

-¿Es broma? Eres un completo extraño -dije confundida

-Tu también para mí, por eso quiero conocerte ¿No es obvio?

-Uno no va por la calle conociendo a cada persona que va por la calle no es normal, aparte, podrías ser un psicópata o algo así -él se rió

-Te aseguró que no lo soy, ahora, podríamos ir a tomar un café o algo... Me estoy congelando aquí -lo miré un segundo, como tratando de ver alguna mala intención en la mirada, pero no encontré nada, sólo un par de lindos ojos pardos

-Muy bien, pero quiero avisarte que cuando pequeña tuve clases de karate y no me da miedo usar mis habilidades -lo miré desafiante, pero sólo rió sonoramente

-Lo tendré en cuenta chica ruda -empezó a caminar y lo seguí algo insegura

¿Que me pasa? Desde cuando me hago amiga de extraños que me encuentro en la calle.

Llegamos al café, era muy bonito y había mucha gente, después de todo creo que de verdad no quería secuestrarme ni nada, así que me relajé y lo seguí hasta una mesa que estaba justo al lado de la ventana, nos sentamos y me quedé mirando hacía afuera, la vista era preciosa.

-Así que ¿Cuál es tu nombre? -me preguntó el chico desconcentrándome de la vista

-¿Hmm? ¡Ah! Si, Kaia -me miró y sonrió

-Te gusta la vista ¿verdad? -asentí sonriente -Sabía que te gustaría

-Y tú ¿Como te llamas? -me miró un segundo -¿Qué? -pregunté extrañada

-Nada -miró la mesa y dijo -Noah, me llamo Noah

-Lindo nombre -le confesé y me sonrió luego llegó la mesera y pedimos dos capuchinos de vainilla

La chica tomó nuestras ordenes y se fue.

-¿Que edad tienes? -solté de repente

-Dieciocho ¿Y tú?

-Diecisiete

-No te ves como de diecisiete -dijo jugando con sus manos

-¿Ah si? Y de que edad me veo entonces -pregunté divertida

-No sé, déjame ver -me miro concentrado y me reí -Yo te doy unos... hmm... Treinta, se ve bastante mayor señora -me reí a carcajadas

-¿Treinta? ¿En serio? -dije sin parar de reír

-Pues claro, ¿Como quiere que le diga señora o señorita?

-Estás loco -sostuve mi cabeza con mis manos

-Un poco -sonrió -pero tú no te quedas atrás

Llegó el café y estaba muy rico, seguimos conversando un rato, cuándo terminé mi café ví la hora y ya eran casi las tres de la tarde ¡Dios! Mi tía iba a matarme, salí a las una y prometí llegar a mas tardar a las dos

-¡Mierda! -me paré y me puse la chaqueta

-¿Qué pasa? -dijo levantándose también

-Me tengo que ir -caminé hacia la puerta

-Espera ¿Puedo verte de nuevo? -preguntó siguiéndome

-Está bien- suspire -nos vemos aquí mismo mañana, a las dos pero ahora me tengo que ir, adiós -me fui corriendo, luego de unos pasos miré hacia atrás, se despidió con la mano y le correspondí.

Llegue a mi casa y estaba más que cansada, mi tía estaba en el comedor almorzando y yo ya sabía lo que venía, un regaño monumental me esperaba y no estaba preparada.

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Ok, este fue el primer capítulo espero que les guste ❤

No te enamores de miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora