Julie Valtersen todavía no se siente preparada para exteriorizar sus sentimientos. Sabe que decirles sí a las nuevas aventuras no es realmente malo y su mundo gira en su vía de escape: las artes visuales, donde puede viajar a otro tiempo y espacio.
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Admiro sus facciones varoniles ante mis curiosos ojos, no obstante, vuelvo rápidamente a la realidad para que el ambiente no sea incómodo.
—No deberías estar aquí —mi voz sale en un susurro —los profesores no pueden acceder a los dormitorios.
—¿De verdad? Porque Rafa no me dijo nada al respecto —se rasca la nuca —además, somos amigos.
—Pero estás trabajando aquí —suelto un suspiro de resignación y le invito a pasar —mejor entra antes de que alguna alumna pueda reconocerte.
—Para serte franco, no hay ninguna alma andando en los pasillos, así que no hay nada que temer —Allen observa su alrededor hasta de nuevo encontrarse con mi mirada —si te preguntas que hago aquí tan tarde, es porque acabo de salir del consejo técnico, resulta, que para ser un buen profesor, debo aprender a planear y dosificar las actividades para las clases. ¿Quién diría que la labor docente es complicada? Ahora resulta que no puedo improvisar.
Realiza una mueca hundiendo sus hombros, niego con la cabeza y le ofrezco algo de beber, solo hay agua, así que no se niega. Greta sale de repente de su habitación y se detiene en seco observando al chico que tiene frente a sus narices, sí, esa ha sido la reacción de parte de las alumnas de música y el resto de las especialidades.
Allen es... Allen y ya.
Por su parte, él también se ha quedado pasmado manteniendo el vaso entre sus labios, debió creer que he estado sola. Sin embargo, logra recuperarse tragando el resto del líquido y le sonríe a la morocha con un gesto de amabilidad.
—Hola, me llamo Allen.
—Eh, sí sé quién es usted, soy Greta —su mirada se desvía hacia a mí —regresaré por donde vine y... adiós —por más que le imploro que no se vaya, lo hace y antes de que cierre la puerta de su habitación me guiña un ojo seguido de una expresión pícara.
Muchas gracias, Greta.
—Escuchar que me llamen de usted, me hace sentir mayor, ¿tan viejo aparento ser? —Luce horrorizado y ladeo la cabeza como respuesta.
