Epílogo|¿Quién soy?

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2 años después

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2 años después.

Paris, Francia.

—Hogar, nuevo hogar.

Comenta mi hermano tras liberar una larga bocanada de aire al detenernos frente a lo que será nuestro apartamento. La frescura de la ciudad parisina nos cobija aun estando en el pasillo solitario, no hay ruido, todo está en calma.

Hace hora y media que pisamos el aeropuerto, luchamos por encontrar un taxi económico que nos dejara frente al edificio departamental, gracias a Harry y sus tantos talentos para empatizar con las personas, un taxista decidió bajarle la tarifa, seguro vio que teníamos cara de estudiahambres para poder apiadarse.

Sostengo con firmeza mi valija con una mano, mientras que con la otra la correa de la mochila que cuelga encima de mis hombros. Los nervios me carcomen la cabeza al dar un paso hacia adelante. Harry se encarga de abrir.

Asiento con la cabeza dándole la razón a su comentario. Es nuestro nuevo hogar.

—¿Listo? —le pregunto con ansias —me pido la habitación grande.

—¿Qué? ¿Por qué debes tener la habitación grande? —se aparta las gafas oscuras del rostro para dejárselo sobre la mata de rulos castaños que tiene como cabellera. Me escudriñe con molestia —tienes un pequeño estudio para tus obras, déjame algo, por favor.

Tengo que hacer un esfuerzo por sostenerle la mirada. Además, a sus ya dieciocho años, el condenado ya es más alto que yo, así que tengo que levantar la cabeza. Noto un poco de vello rasurado en su barbilla, su apariencia física ha cambiado, sigue igual de feo, desde mi perspectiva, pero mi madre y la larga filas de pretendientes que dejó en Oslo, dicen que es: Condenadamente guapo. ¿De dónde? No lo sé.

Es delgado. Estuvo yendo al gimnasio por meses, así que ya no se ve como Rafa: un fideo.

—¿Quieres qué me ponga ruda y arreglemos esto con piedra, papel o tijera, ¿eh?

—Julieee —gimotea una vez que ponemos un pie el interior de nuestro nuevo hogar —necesito un espacio para trabajar con mis planos, ¿qué no tienes piedad?

Blanqueo los ojos. Tiene razón. Al instante desisto de mi idea y asiento con la cabeza.

—La tengo. La habitación grande es tuya —tuerzo el gesto, aunque hecho bien por más que no quiera admitirlo en voz alta —al fin y al cabo, estamos aquí por tu primer año de la universidad.

En efecto. Harry Valtersen obtuvo un promedio estupendo en su examen de admisión en la universidad de Arte, y Arquitectura. Durante el trayecto de su vida en la preparatoria, estuvo buscando opciones de carreras que estuvieran relacionadas con el arte, y la arquitectura fue lo primero que le llamó la razón. Nuestros padres no le pusieron un alto a los sueños de mi hermano aparte que él siempre ha querido conocer los museos, sobre todo el Louvre que habla de él siempre. Se ha ganado la beca completa que costeara sus estudios por cuatro años

Cuando colisionamos #2 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora