Capítulo 16|¿Bicho del amor?

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16|¿Bicho del amor?

16|¿Bicho del amor?

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Todos en la vida hemos tocado una crayola o lápices de colores, nos lo hacen entrega cuando entramos por primera vez al jardín de niños, recuerdo mis primeros dibujos raros y algo siniestros, ya que mi madre los tiene guardado en una caja de archi...

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Todos en la vida hemos tocado una crayola o lápices de colores, nos lo hacen entrega cuando entramos por primera vez al jardín de niños, recuerdo mis primeros dibujos raros y algo siniestros, ya que mi madre los tiene guardado en una caja de archivos junto con otros trabajos. Mi avance de los cinco años de edad hasta los ocho, fue notorio, no me gustaba salir de las líneas al momento de darle vida a mis trabajos, era muy observadora, sin embargo, a pesar de que comencé a tener el gusto por las artes visuales, nunca me inscribí a un concurso en la primaria, fue hasta secundaria cuando me animé y empecé a practicar, veía vídeos en internet sobre cómo dibujar una fruta o un jarrón, me desesperaba tanto que no me saliera al primer intento, pero mis padres siempre intervenían para animarme. Nunca obtuve un primer lugar en los concursos de pintura o dibujo, pero me sentía satisfecha por exponer mis creaciones.

Por un momento lo dejé a un lado cuando comencé con mis lecciones de danza, amaba bailar Tap, pero sentía la necesidad de seguir expresándome de otra manera, aunque el verdadero factor fue por el drástico cambio de salud de mi mellizo, Rafael, él había caído en el mundo de las drogas y de alguna manera yo quería serle de ayuda, lo acompañaba a sus sesiones de N.A., y estaba en todo momento así como mis padres, ellos siempre han estado para nosotros.

Al cumplir los dieciséis y cuando ese mal momento se esfumó, me enfrenté a la preparatoria, fue en ese instante que descubrí el taller de artes visuales y donde la profesora Frida reconoció mi talento, ella también formó parte importante de mi vida, me enseñó técnicas y trucos para mejorar mi desempeño y la pasaba horas encerrada en mi habitación para que mis esfuerzos dieran frutos. Me dije a mi misma que me dedicaría a hacer lo que más amo, sin importar las críticas de la sociedad.

Ahora mismo puedo creer que esté presenciando la discusión más absurda en donde el tema de debate es sobre el mejor sabor de los ositos de goma entre Rafael y Allen. Los tres estamos en una de las aulas de música rodeados de muchos instrumentos, partituras, retratos de algunos reconocidos compositores y las paredes están decoradas con notas músicas.

Las ventanas corredizas están abiertas dejando entrar las suaves ráfagas de vientos de octubre.

El mejor sabor es el de fresa y nadie me hará cambiar de parecer —canta mi hermano mientras toca la batería.

Cuando colisionamos #2 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora