Julie Valtersen todavía no se siente preparada para exteriorizar sus sentimientos. Sabe que decirles sí a las nuevas aventuras no es realmente malo y su mundo gira en su vía de escape: las artes visuales, donde puede viajar a otro tiempo y espacio.
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Los pasillos de la enorme universidad están adornados con la temática de la ocasión del Helgons, donde uno mire, los estudiantes portan sus mejores e ingeniosos disfraces para la fiesta, por supuesto que yo no he dejado pasar la oportunidad, así como Rick teniendo a su favor este día para andar caracterizado del Hombre Araña y sacar de quicio sin querer a la profesora Romina solo para verla sonreír, aunque sea una vez.
Ella me ha puesto bajo amenaza en dado caso que deje de ensayar por mi cuenta, ya estamos en noviembre y solo tengo catorce días para seguir con los preparativos. Sí, cuento los días porque a veces soy un tanto olvidadizo.
También estoy cuidando mi alimentación a regañadientes. Cada vez que comento que se me antoja comer algún postre o fritura, mis amigos me miran feo y comienzan a enumerar cuales serían las posibles consecuencias de no hacer caso a mi calendario de comidas que indican lo que debo consumir al día.
A Julie no le sorprende este tipo de situaciones, que ha optado por su propia decisión seguir mis mismos términos alimentarios a pesar de que le he dicho que no es necesario. No obstante, su excusa ha sido que necesita dejar la comida chatarra antes de que sufra obesidad sin que se dé cuenta.
Vale, hasta me ha pedido que hagamos ejercicio juntos.
¿Cómo no derretirse de amor?
Porque sé que es perezosa. Y que me haya pedido algo así, no lera para llevarle la contraria.
Justo ahora estoy en su encuentro disfrazado de Increíble. Ha sido gracias a mi mejor amigo que pudo conseguir algo para mí en su trabajo de animador en fiestas infantiles.
—Remi me ha dicho que se ha disfrazado de Soldado del invierno —comenta Rick con cierta emoción. La chispa de sus orbes emite un brillo —¿Quieres saber el de Julie?
