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Jungkook había estacionado su auto frente a casa luego de un largo, pesado y monótono día, estaba cansado y solo tenía ganas de dormir. La fatiga se hacía presente en su forma de caminar, tomó sus llaves, abrió la puerta de su casa quitándose los zapatos y dejando su saco en el perchero, apenas llegó, un delicioso aroma, que venía de la cocina inundó su nariz.

Sonrió, tal vez su madre estaba en el país y le había cocinado algo.

Fue una casi decepción cuando llegó al comedor, frente a él se encontraba una deliciosa variedad de platillos y comidas, pero su madre, ni nadie estaba en casa, tal vez había sido su madre quien había hecho esto y después se fue, era la única que tenía acceso a su vivienda.

Con una sonrisa en la cara, tomó los palillos y empezó a devorar lo que se podría llamar, su comida de cumpleaños.

~★★★~

Hoy era lunes, otro día de rutina en el cual Jungkook, pasaba su vida absolutamente aburrida, como todos los demás días.
Despertar, levantarse, ducharse, ir al cuarto de lavado por ropa ¿lim- pia?

El hombre de cabellos castaños se sorprendió al encontrar su ropa completamente limpia y ordenada encima de la lavadora. Según el, hacia falta lavar su ropa y esto definitivamente era algo nuevo; Jungkook no tenía a nadie que le hiciera aseo, y cuando su madre venía, solo era para prepararle comida, que su ropa se encontrara lavada y doblada era un milagro. Esto era algo extraño, pero no se quejaba de nada, después de todo era algo que le beneficiaba. Dejó de pensarlo tanto y sin más, partió camino a su trabajo, esos números no se contaban solos.

Mientras tanto, nuestro pequeño chico de la calle se encontraba en su lugar, en aquel callejón que utilizaba como lugar para dormir y que muy a penas lo mantenía a salvo de los grandes peligros de la ciudad.

Como todos los días, su estómago rugió hambriento, mientras Jimin se preparaba para salir de aquel callejón, con la intención de ir a buscar comida, todo iba de maravilla a pesar de que a lo lejos se escuchaban las voces de algunas personas, hombres al parecer. El de mejillas abultadas no le tomó tanta atención, al final solo eran personas que pasaban por ahí.

»Desafortunadamente, estaba muy equivocado..

Dos hombres entraron riendo al callejón, parecían malos, los señores estaban sucios y tenían un cigarrillo en la oreja que esperaba a ser fumado. A pesar de esto, Jimin no quiso pensar mal, pero su miedo se encargó de actuar por él.

— ¿Crees que debería importarnos? Es seguro que lo querrá— dijo uno de los hombres que entraba al callejón.

— ¿Y si intenta denunciar?— preguntó el otro.

— Por favor, ¿Crees que le harán caso a ese maldito vagabundo?—

Jimin temió por él mismo, los hombres no venían con buenas intenciones, y el no quería averiguar de que se trataba.

— ¿Dónde estás pequeña prostituta? — habló en voz fuerte, lo buscaban a él. Jimin, escondido entre cajas y bolsas de basura, no se había dado cuenta que sus pequeños piesitos sobresalían de aquel montón de basura en el que se estaba escondiendo.

— Está ahí, ¿No lo ves? se está escondiendo del placer, parece que le gusta jugar— el tipo rió.

— Cierto, no lo había visto— el hombre sonrió con malicia.

Jimin sabía que algo malo estaba a punto de pasar, no se movió, no respiró, no hizo ningún sonido, esperando que aquellos hombres se fueran y no le hicieran daño, sin embargo, eso no pasó.

Sintió como unas manos tomaban sus pies y lo arrastraban fuera de su escondite, se cubrió la cabeza con las manos, no quería ver, no quería enfrentarse a su agresor.

└|Ladrón de comida|┐ ☞ KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora