Capítulo IV

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Había pasado alrededor de una semana después del encuentro con los dos SCPs. En todo ese lapso de tiempo nadie había llamado a tu puerta, solamente lograbas escuchar los pasos ruidosos de los guardias que iban en busca de algunos de Clase D para interactuar con los SCPs, eso suponías.

Tu tranquilidad terminó cuando escuchaste a un par de guardias pararse frente a la puerta de tu celda

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Tu tranquilidad terminó cuando escuchaste a un par de guardias pararse frente a la puerta de tu celda.-¿Específicamente mujeres? Sabes que solamente hay dos en este lugar-. Te asombraste cuando escuchaste que no solamente eras tú la única mujer, pues en el poco tiempo que llevabas, no habías logrado ver más que sólo hombres. –Lo sé, pero esas son las órdenes-. Escuchaste que uno de los guardias abrió la puerta de otra celda, mientras el que se había quedado del lado de tu puerta abrió la tuya. –Ya sabes el protocolo-. Saliste de la celda, de igual manera que tu acompañante, comenzaron a caminar siguiendo a los guardias. –¿Qué nos deparará hoy el destino? Tal vez la muerte-. Dijo aquella mujer. -¡Silencio!-. Exclamó uno de los guardias. Las palabras de aquella mujer hicieron que todo tu ser se sacudiera, habías olvidado esa sensación de miedo, sentías que tus piernas no respondían, comenzaste a prepararte mentalmente mientras caminaban por varios pasillos en forma de laberinto, llegaron hasta un elevador, entraron todos de manera silenciosa y uno de los guardias presionó un botón, fue así como el elevador comenzó a descender. -¿Por qué mujeres? ¿Qué tendrá en mente el Dr. Hamm?-. –Al parecer trata de hacer un nuevo experimento con él-. –Tiene algo de sentido, después de todo, la mayoría que se encuentra en este lugar son hombres, puede que sea más piadoso con ellas-. -Sí, bueno, no es como si realmente fuera a funcionar. Solamente sería una lástima que el día de hoy fuera su último día, sabes muy bien cómo se pone con los humanos-.  Los guardias platicaban entre ellos. Prestabas atención a lo que estaban hablando, para saber de qué se trataba o al menos descifrarlo, más sin embargo, lo único que descifraste era que te llevaban a tu propia muerte. Hasta que el elevador se detuvo –Andando-.  Al escuchar la orden del guardia entraste en pánico, querías aferrarte, suplicar que te llevaran de nuevo a tu celda, pero, para tu mala suerte sabias que no eras nadie para pedir, simplemente eras una “criminal”, uno de los guardias te empujó firmemente, haciéndote tambalear un poco. Finalmente saliste, caminaron por un corredor hasta llegar a una nueva celda de contención. –Lean esto-. El guardia les entrego un papel, al momento de verlo entendiste que se trataba de un documento donde se detallaba claramente el SCP que estabas por conocer, leías línea por línea, para no dejar pasar nada. SCP-049, clase Euclid, puede tener arrebatos o cambios en el comportamiento. Llegaste al final de esa línea, dirigiendo la vista hacia tu pulgar que mantenía sujetado el documento, pudiste notar que una imagen se encontraba allí, así que decidiste retirarlo, tenía el aspecto de un médico, pero no cualquier simple médico, sino de un médico de la peste medieval. –Han leído lo suficiente-. El guardia te arrebató el papel de las manos. Solamente habías leído un pequeño fragmento de todo el texto, aunque no leíste el archivo completo te fue suficiente para saber que estabas en peligro. Observaste a un hombre con una bata de laboratorio acercándose a ustedes. –Comencemos con esto-.

Tu compañera y tú se colocaron frente a la puerta, viendo como éstas iban abriéndose lentamente, hasta abrirse por completo. Inspeccionaste el lugar, pero debido a luz tenue de la cámara de contención no pudiste distinguir mucho, solamente lograste enfocar una sombra sobre una esquina. Aquella mujer que era tu compañera, se había percatado de lo mismo que habías visto, fue demasiado el temor que le provocó que intentó correr pero antes de que pudiera dar un paso los guardias la empujaron hacia adelante, haciéndola entrar, no esperaste a que hicieran lo mismo contigo así que entraste por ti misma. La mirada de ambas permanecieron en aquella sombra que yacía en la esquina, en ese momento, aquella figura comenzó a avanzar hacia ustedes. –Hola, saludos-. Escuchaste aquella voz, notaste un timbre demasiado elegante, una voz masculina, al cual a su vez era un poco metálica. Te sorprendiste al verlo muy cerca de ti, era muy alto, sobrepasando tu estatura y probablemente la de los que se encontraban allí, su aspecto era casi humano, no pensaste que algún SCP tuviera una complexión parecida a la de un ser humano. Sus miradas se cruzaron, te quedaste sin aliento al verlo directamente a esos orbes dorados, la mirada de aquel ser era penetrante, tranquila pero a la vez misteriosa, tu mente se enfocó en aquel SCP que caminaba hacia ustedes, como si todo a tu alrededor se detuviera, dejaste de pensar por un momento el peligro que corrías. –Esa mirada-. Algo dentro de ti sabía que existía una especie de sabiduría en él, te intrigaba pero a la vez eso te causaba miedo.

La mujer que era tu compañera, había estado llorando desde el momento que entró, parecía que intentaba tranquilizarse, pero no lo lograba del todo. El SCP se dirigió a ella, estando lo suficientemente cerca. –Oh… otra víctima de la enfermedad. Puedo sentir como se extiende, como un fuego incontrolado-. Una de sus manos se extendió, tocando ligeramente el cuello de la mujer, haciéndola caer sin vida. 

SCP: Secure, Contain, Protect/SCP-049 x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora