Capítulo 4.

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Azul...

Esa noche no dormí las palabras de Amaris, me llegaron y sobre todo me hicieron pensar en eso de que todos tenemos una versión mejor de una mismo

¿Me gusta la versión de mí misma?

Creo que soy mi propio problema no soy feliz conmigo misma, pero nada puedo hacer, me siento atrapada dentro de mi propio.

Debo dormir o nada funcionara incluyéndome.

Amaris...

Desperté una hora antes de lo habitual, extraño. Me puse a ejercitarme un rato y por alguna razón llegué al libro del que Azul hablaba, debo admitir que siempre me ha gustado, pero ahora, quiero aprenderlo de memoria.


Me vestí y salí de casa, el primer día en las prácticas fue increíble, debo admitir que cruzarme con esa chica más de una vez, me robó sonrisas más de una vez, decidimos adelantar el desayuno para ese día, descubrí muchas cosas de Azul, lo primero, es que está un poco conflictuada con el tema de las etiquetas, ¿por qué? ¡No lo sé!, pero voy a averiguarlo. No duramos más de dos horas, puesto que ella tuvo que salir corriendo, problemas con su padre o algo así. Yo me dediqué a entrenar, ya que el equipo está en una buena racha y en un par de meses tenemos las nacionales, como buena capitana la idea me tiene bastante atrofiada, estresada y emocionada, rara mezcla ¿no lo creen?

Han pasado dos días, no he podido entablar una charla con Azul ya que todo se ha enfocado a tareas, prácticas y más prácticas. Llegué a buena hora al campo donde entrenamos los fines de semana y todo iba bien, hasta que la vi cruzar el enmallado, por alguna razón tenerla de espectadora me puso nerviosa, provocando que en mi solo por los aires, terminará en los suelos con las rodillas destrozadas, perfecto Amaris, la has impresionado.

Regina: Ven, déjame llevarte, creo que debes descansar.

Amaris: Quedé como idiota -dije molesta mientras caminamos justo hasta donde Azul estaba, que por cierto me veía con un rostro horrorizado y al estar a un metro de ella, se puso de pie para ayudarme a llegar a un sitio seguro.

Azul: Hola Amaris, creo que tu rutina no termina precisamente contigo pidiendo perdón al pasto ¿verdad? Espero que no te hayas lastimado y que no sea parte del espectáculo o necesitarás unas piernas nuevas, y unas rodillas más fuertes, creo que una porrista con raspones no se ve tan bonita, pero solo lo creo.

Amaris: Quedé como una tonta, no sé supone que tuvieras que verme así, supongo que no debí intentar impresionarte, en fin. Espero que puedas ir a las competencias, te apuesto que lo último que verás serán unas rodillas desechas. Ahora sólo me intriga algo, ¿estabas evitándome? -le pregunté viéndola fijamente.

Azul: ¿Impresionarme, como porque tendrías que hacer eso conmigo? Chiquita no soy fácil de impresionar, pero si mi presencia te causa tantos accidentes prefiero verte el dia del partido y no, no te estoy evitando precisamente lo que pasa es que tus revoluciones apabullan mi tranquilidad. Eres importante para muchos nena, para mi eres una compañera más.

Amaris: No entiendo porque tu afán de alejar a las personas Azul, eres increíble y sí tan sólo pudieras ser más... tú, sería increíble. Me encanta cuando no te preocupas por querer ser la chica perfecta, porque es cuando dejas de intentarlo, que en realidad brillas.

Azul: No, no soy la chica perfecta, tengo demasiados defectos en mi vida, pero esta soy yo , es lo que hay.

En ese instante un chico del equipo de fútbol americano se nos acercó, bueno, no a mí, a ella.

Joe: Hola Azul, que gusto tenerte por aquí, no sabía que vendrías -le dijo efusivamente.

Azul: ¿Que pasa Joe?, ¿cómo estas, ni yo sabía que vendría para acá pero realmente necesitaba respirar después del examen de Algebra, no quería permanecer más en el aula, y te digo la verdad no me arrepiento de haber venido, hay gente interesante por aquí o al menos más interesante que yo que digamos soy un X más en toda la uni.

TÚ MI MAYOR Y MÁS GRANDE MIEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora