Capítulo 19.

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Amaris...

No puedo creer como se dieron las cosas, lo intenté y creo que me tiene tranquila, pero decir adiós a todos por un corazón destrozado creo que es un tanto injusto, pero así tiene que ser, las cosas siempre suceden por algo, a veces lo único que necesitamos son ligeros cambios, que nos impulsen a superar el dolor y crear sonrisas.

Quizás algunos kilómetros de distancia sirvan para dejar ir todo esto, creo que finalmente ella tenía razón, creo que ella siempre fue sincera, me llamó miedo desde el primer momento y lo sigo siendo, sólo que ahora me quito ese nombre, ahora ella sola carga con todo eso, ya no pretendo ocultarme, no pretendo ser el miedo de nadie, porque me daría miedo volver a ese sitio, tan vació y absurdo al que ella me llevó.

Termino de hacer mis maletas, guardo algunas fotografías, tomo mi computadora y cierro el borde, mi vuelo sale mañana a medio día, tengo tiempo para ir a un lugar más, tomó el coche y cuando lo arranco, ella se para frente a el. Creo que comienzo a alucinar.

Amaris: ¿Qué haces aquí? -le pregunto y bajo del auto.

Azul: Pues, vengo a que me des de cachetadas, te iras hoy o mañana así que quisiera por un día comenzar de nuevo y me permitieras despedirte, dicho de otra manera vengo en son de paz.

Amaris: Quizás nunca volvamos a encontrarnos, quizás nunca vuelva a verte de frente, quizás está noche nunca sucedió y quizás puede que por un momento tengas razón. Me voy mañana Azul, oficialmente se terminó para nosotras. Pero está noche, bueno, ¿quieres acompañarme al mirador?, creo que sería bueno terminar donde todo comenzó.

Azul...

No lo pensé y llegamos al mirador, me baje tan aprisa a abrirle la puerta que casi me caigo.

Azul: Ven por favor, sentémonos en el cofre a contar las estrellas ¿quieres?

Amaris: Me encantaría -dijo y se subió al cofre y luego me recosté a su lado-. Ojalá todo fuera tan sencillo como contar estrellas, ¿no lo crees?

Azul: Creo que comenzamos de nuevo, bien me presento soy Azul así nada más sin apellidos ¿y usted señorita?

Amaris: Amaris, sin más -me sonrió-. Y dime Azul sin apellido, ¿qué ves en el cielo hoy?

Azul: Veo a una hermosa chica a la que me gustaría preguntarle si quiere ser mi novia...

Amaris: He aprendido que es mejor vivir sin etiquetas, prefiero no etiquetar este momento, prefiero que seamos libres, así sin ataduras..., creo que tenemos que disfrutar la noche sin saber de nosotras, creo que no conocer a las personas, hace las despedidas más fáciles, ¿no crees?

Entrelazamos nuestras manos y acaricie sus nudillos, mientras contábamos estrellas, no sé de dónde, supongo que de su celular puso una canción muy especial, vaya le dije yo, tiene buen gusto señorita, adoro esa canción, si me deja se la canto al oído, si no lo toma como antirromántico

Amaris: ¡Claro! Sólo si la bailas conmigo -me extendió la mano y nos paramos a bailar en ese instante.

Todo era perfecto, porque cuando estaba con ella, perfección era lo que sobraba entre ambas.

Amaris: Sabes... -interrumpió el silencio-, está noche no quiero hacer el amor, ni tener sexo, está noche, sólo quiero contar estrellas, ver el amanecer y antes de que subamos al auto, quiero besarte, quiero robar un poco de ti con ese beso, quiero grabarme ese sabor y llevarlo a donde sea que me lleve la vida -se inclinó y vio mi mano-, porque sé que adonde quiera que vayas, me recordarás al igual que yo cuando veas ese anillo. Creo que deberías saber que me voy a España a estudiar una maestría, ya el tiempo dirá que sucede. Por ahora solo quiero aferrarme a tus brazos -me abrazó más fuerte aún.

TÚ MI MAYOR Y MÁS GRANDE MIEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora