8; eso nunca

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La muerte de Otis había hecho creer a la pequeña Maddie que con cada persona que le tomaba cariño ellos morían, sus lágrimas caían como las de Patricia, ella se encontraba desconsolada, y como siempre la ojiazul pensaba que todo de nuevo era su culpa

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La muerte de Otis había hecho creer a la pequeña Maddie que con cada persona que le tomaba cariño ellos morían, sus lágrimas caían como las de Patricia, ella se encontraba desconsolada, y como siempre la ojiazul pensaba que todo de nuevo era su culpa

si tan solo hubiera ido con él, de nuevo.

pensó Maddie limpiando sus lágrimas y acomodándose en los escalones del porche

—no es tu culpa—se acercó Patricia a la niña—no tienes la culpa que se haya sacrificado—la abrazo por los hombros sollozando 

—el era una persona buena—sollozó—él no tenía que morir —caminó a el gran campo donde se sentó y vio llegar a Glenn en una camioneta junto con T-Dog

—no es tu culpa—Rick se sentó a lado de la castaña—creeme, también me siento culpable—hizo una mueca

—¿por qué siempre que quiero a alguien muere, Rick?

—solo es una terrible coincidencia—suspiró—creeme que cuando deje sola a Sophia en el bosque me parecía la mejor idea—masajeo su sien—ahora me arrepiento

—pero ella no está muerta—el sheriff sonrió mirando el lado optimista de la niña

—lo sé pero....—miró a la pequeña que lucía triste—eso no quita el hecho que se perdió por mi culpa

—Rick no fue tu culpa—la niña miró su herida—fue la mía si yo tan solo no hubiera salido detrás de tí, si tan solo no hubiera llamado su nombre en el bosque, ella no hubiera salido de su escondite, si tan solo no hubiera hecho eso no hubieran salido a buscarla por lo tanto no le habrían disparado a Carl y Otis no estaría muerto—sus ojos se llenaron de lágrimas—todo es mi culpa—bajó la mirada dejando salir sus lágrimas

eso nunca—lo miró—jamás te culpes por algo que no hiciste—la abrazó—Carl ya despertó ¿quieres verlo?—negó

—quiero estar un poco más aquí y después lo iré a ver—el ojiazul asintió y caminó a la casa de los Greene 

Los ojos de la castaña se posaron en aquellas constelaciones que lle había enseñado su madre de pequeña y que aun recordaba, los pensamientos y recuerdos de ella venían a su mente mientras que uno que otro de su padre.

—Maddie, cielo es hora que vayas a dormir—dijo Maggie acariciando su hombro, sacándola del trance en el que estaba

—quiero estar un poco más—abrazó sus piernas por el frío que estaba empezando a hacer por la noche

—ya han pasado cuatro horas desde que estas aquí sentada —dijo preocupada—no es saludable—la castaña sonrió

—me gusta la brisa de la noche, al igual que las estrellas, me recuerdan a los que ya no están con nosotros

—Maddie,—la de pelo corto se sentó igual que ella—¿qué les pasó a tu padres?—la pequeña se tensó 

—mi madre murió antes que esto empezará—sonrió triste—mi padre me abandonó cuando todo esto recién inició, donde conocí a Margaret, ella era una mujer pelirroja y alegre—una lágrima deslizó por su mejilla pálida—pero murió la segunda noche que encontramos el grupo de Rick, un caminante la mordió

—oh, lo siento—Maggie abrazó a la pequeña—vamos adentro o te vas a resfriar—se pararon sin dejar de abrazarse y caminaron juntas a donde está Glenn

—hola Maddie—saludo el asiático viendo a la pequeña

—hola Glenn—la ojiazul notó la mirada de Glenn hacia la chica que abrazaba—Maggie, iré a ver a Carl—se soltó—gracias—se dirigió hacia el cuarto donde recordaba que estaba Carl—hola—saludo apenas lo vio

—Maddie—chilló de emoción el pequeño hijo del sheriff—estas viva—se sentó lo que provocó que le doliera la herida

—nunca estuve muerta—bromeo sentándose en la cama para estar un poco más cerca de él

—eso creo—rasco su nuca—no vuelvas a correr sin avisar, en verdad me asustaste—el pequeño tomó la mano de la niña

—nunca volveré a correr sin avisar—levantó su mano en juramento—lamento que te hayan disparado por mi culpa—el castaño hizo una cara de confusión 

—no fue tu culpa—el castaño con su dedo gordo acarició la mano de la ojiazul

—siempre dicen eso—sonrió y se acercó para darle un beso en la mejilla tornando las mejillas de los dos rojas

—Maddie—sonrió el mini-sheriff—te quiero, eres mi mejor amiga

—Carl, prometeme que cuando crezcamos vamos a hacer mejores amigos, sin importar nada—extendió su dedo meñique

—te lo prometo—entrelazo su dedo soltando unas cuantas risas hasta que a la pequeña se le escapó un pequeño bostezo 

—creo que iré a dormir—se internó parar pero fue detenida por el

—quédate a dormir conmigo—la castaña asintió y se acomodo a lado del castaño intentando no lastimarlo.

H O P E ➳ ČÂŘĹ ĞŘÎMĚŠDonde viven las historias. Descúbrelo ahora