Capítulo 2 | ¡Te amo ley de atracción!

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Ese mismo día pero mucho más temprano

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Ese mismo día pero mucho más temprano...

Riley

En ocasiones de mi vida, a veces siento que las cosas no deberían ser así. Mi madre camina en mi habitación de un lado a otro, buscando aquello y lo otro. Mis manos aprietan la sábana de mi cama mientras no dejo de observar o perder de vista a mi madre. No quería que este día llegara tan rápido, y cuando pensaba en este día me esperaba a que por lo menos estuviera un poco entusiasma, porque esa no era la palabra con la que me describiría ahora.

— ¿En serio tengo que ir hoy? —le pregunte tratando de sonar lo suficientemente neutra. Mi madre al parecer no me escucha o tal vez finge no hacerlo para seguir sacando y sacando ropa de mi armario. Suelto un suspiro—. Ma, ¿Tengo que...

—Shh —chita y mis labios se sellan mientras que desvío la mirada. ¿Debería darme por vencida? Muerdo mi labio entre tanto pongo a funcionar mi mente la cual no está al cien por cierto de funcionalidad cuando me acabo de despertar hace unos... ¿Quince minutos tal vez?

Miro hacia el reloj que descansa bajo la lámpara de la mesa de noche. Son las siete y diez de la mañana, las clases empiezan a las ocho. Mi vista se distorsiona observando con presicion al simple reloj. ¿Podría ser ese reloj y quedarme aquí sin hacer nada más que informar la hora? El chillido de mi madre me hace salir de mis pensamientos.

—Este será —exclama entusiasmada colocando la ropa frente ella hacia mi dirección, como si ya pudiera verme vestida con eso. Sonrío con la boca cerrada y mi madre se me acerca para lanzar la ropa que eligió para mí a la cama, y me mira situando sus manos en su cadera—. Estarás muy linda, y sobretodo perfecta —internamente ruedo los ojos al escuchar esa palabra—, para tu primer día en el instituto.

—Si, eso...—le respondo asintiendo con la cabeza no muy animada y mi madre me da una mala mirada.

— ¿Estas emocionada, no? —me pregunta mirándome con los ojos entrecerrados. Abro mis labios para responderle mientras la analizo lo suficientemente para recordar que si le digo que no, me esperara una charla extensa.

—Si...—susurro apretando mis labios, forzando que mis hoyuelos se formen.

El rostro de mi madre pasa de ser serio a estar con su típico rostro de madre "perfecta".

— ¿Entonces qué esperas cariño? Arriba esos ánimos, de seguro los chicos se pelearan para poder hablar contigo —dice saliendo de mi habitación contorneando sus caderas, como si ese fuera el hecho. ¿Chicos peleando para hablarme? Ni que fuera una actriz porno en bragas.

Me quedo estática en mi lugar y le echo una miradita a la ropa que está a mi lado. Una falda blanca junto a un jersey rosa simple. Dejo de mirarlo para tumbarme de golpe en la cama, dejándome a mi misma observando el techo de color rosa pastel.

La generación del por qué ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora