Ese mismo día pero un poco más tarde...
Asher
¿Todo el día me tenía que sentir de esta manera? Como si estuviera cansado... agotado... Camino por el pasillo solitario pasando la punta de mis dedos por los casilleros. Camino sin apuros, desde hace unos quince minutos sonó el timbre de cambio de la última hora de clases. No me preocupe lo suficiente por ese hecho. Solo caminé, y sentí como si algo dentro de mi estaba haciendo peso. ¿No les sucedía que a veces cuando están en algún sitio solos, caminan y caminan, pero al parecer tu mente esta desconectada? Eso pudiera describirme, mientras que caminaba, mi cerebro parecía no conectar con mi cuerpo, y solamente era yo estando en un cuerpo en movimiento.
Mis pasos eran flojos y cortos. Hace un rato habían dos chicas pasado y al parecer se estaban escapando de una clase. Las creía reconocer porque ambas estaban en la clase a la que me estaba dirigiendo, y si es así, ni me tomaría la molestia en reportarlo cuando ni pensaba lo suficientemente en mí para preocuparme por unas extrañas. Ambas se me habían quedado observando, como usualmente lo hacían cuando tienen oportunidad, y yo fingía no sentirlas y tomar por hecho que su presencia para mi eran irrelevante, y tal vez esa sea la razón por la que seguía sintiendo que me observaban, pero tenía el hecho de que la intención con la que me miraron hoy, no era la misma con la que suelen hacerlo. ¿Sabia la razón? Quisiera negarlo, pero si lo sé. Y era probable que esa había sido la razón por la que no había entrado al auditorio, además ¿Qué haría ahí? ¿Dejar que me observen por ser el causante de que una psicóloga ingrese dentro de dos semanas?
Por primera vez en mucho tiempo me había importado lo suficiente a mí mismo para no querer entrar y recibir las esperadas miradas curiosas. Que el director tal vez me señalara, o muy probable, que alguien de "buena fe" se me acercara para preguntarme "¿Por qué lo intentaste?" cuando sabia que solo me harían sentir que solo se acercan a mí como si una de obra de caridad me tratase. Cuando ni ayuda pensaba pedir...
Me encontré de frente a la puerta, y no quise ni mirar por la pequeña ventana de vidrio cuando ya sabía con exactitud lo que vendría a continuación.
Golpeé la puerta con el nudillo de mi mano, y la guardé de nuevo en el bolsillo de mi pantalón. Escuché el murmuro de desaprobación desde adentro y por su voz reconocí que se trataba del profesor, el cual me odiaba por una razón que ni yo mismo podía comprender. Y aunque no era adivino o psíquico, aunque lo fuera, no le veía importancia usar con él las habilidades que podría utilizar en cosas con mayor importancia. Como... ¿Cuándo sería el fin del mundo? ¿A principios del XII?
Escuché la llave ser insertada en la cerradura que a veces pasaba por desapercibida por su tamaño miniatura. Seguido, visualice el rostro de mi profesor de matemáticas, el cual parecía un gruñón a pesar de su aspecto de treintañero. No le mostré alguna expresión y eso pareció molestarlo.
—El timbre sonó hace...—miró la hora en su reloj caro y me fulminó con la mirada para decir: —Hace dieciocho minutos... alumno —pareció que sus dientes se quebrarían por la manera que los estaba apretando al igual que su mandíbula. Y aunque el parecía que le saldría miles de cana por mi impuntualidad, solo lo miré soslayo. Me daba igual si me dejaba entrar o no a su clase—, sabe muy bien que no tolero la impuntualidad y usted parece que lo toma de costumbre sabiendo que nunca lo dejo entrar —me sermonea.
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La generación del por qué ©
Roman pour AdolescentsUn grupo de adolescentes del último año enfrentan las expectativas de ser adolescente. Por concidencias externas específicamente siete alumnos, con personalidades distintas, pensamientos diferentes, y actitudes nada parecidas, se reúnen después de q...