Caminaba con tranquilidad hacia la entrada al bosque, se adentró entre los árboles y le dieron ganas de silbar, mas no lo hizo porque le daba miedo ser escuchado. Caminó un largo trecho, lejos de la civilización y cerca del río. El sonido del agua podría arrullar a cualquiera que se quedara un segundo cerca y la luz de la luna iluminaba la zona y el río llenándolo de brillo celeste. Frank suspiró al ver la escena, era una escena hermosa, llena de magia, más por lo que estaba a punto de encontrar. Siguió caminando desde el puente a la derecha hasta que al fin lo vió, allí, recostado en el pasto recortado y de color verde como sus ojos. Era su amante, Gerard, el amor de su vida mas jamás lo diría en voz alta, mucho menos teniendo en cuenta su situación. Se quedó mirándolo a unos metros de distancia, Gerard estaba con los ojos cerrados, de cara a la luna, su piel blanca siendo iluminada de forma maravillosa por el astro celeste, su nariz respingada apuntando hacia arriba y su cabello negro cayendo graciosamente por sus hombros, enmarcando su cara a la perfección. Frank, maravillado con la hermosa visión frente a sus ojos, suspiró profundamente, lleno de amor por aquel chico, alertándolo sin querer. Gerard le sonrió, con esos dientes pequeños que le daban tanta ternura, se puso de pie y se acercó a él caminando gatunamente, susurró un «Te extrañé» coqueto y le rodeo la nuca con sus brazos, comenzando a besarlo con dulzura. Frank correspondió al beso de inmediato y lo abrazó por la cintura, pegando sus cuerpos, subiendo la intensidad del beso un poco más.
Al cabo de unos minutos ya estaban sobre el pasto, besándose apasionadamente, rodando sobre el verde y bajo la luz blanca de la luna que los abrazaba y los cobijaba en el acto de amor que estaban por cometer. Gerard le quitó la remera negra a Frank y comenzó a acariciarle el pecho, maravillado con el gran tatuaje que allí tenía. Luego Frank fue quien le quitó el pullover y la remera a Gerard, dejándolo sólo con el pantalón, al igual que él. Entonces se sonrieron y mientras Frank bajaba a atacar el cuello de Gerard, este se encargaba de desabrocharle los pantalones y llevar su mano con dificultad a su miembro, en busca de despertarlo, acariciando con un dedo y luego con toda la palma, apretando un poco y luego simplemente acariciando, haciendo a Frank soltar leves gemidos de placer, mientras mordía, lamía y besaba su cuello. Después de unos minutos más, ya se encontraban desnudos besándose apasionadamente y sintiéndose cómplices, porque eso eran, cómplices del amor. Frank comenzó a bajar sus labios en una hilera de besos por todo el cuerpo de Gerard, desde sus clavículas, pasando por sus pezones, luego rodeando su ombligo y llegando a la base de su miembro, haciéndolo suspirar. Frank tomó el miembro semiduro del pelinegro y comenzó a masturbarlo con lentitud, mirándolo a los ojos en todo momento mientras el pelinegro gemía levemente y también lo miraba a los ojos, observando cada movimiento del castaño en su pene.
Luego, Frank volvió a subir para besar a Gerard con pasión, tomándolo del cabello, cerrando los ojos, disfrutando de aquel beso como si fuera lo más maravilloso del mundo y, para él, claro que lo era. En medio del beso, Frank bajó una de sus manos a seguir masturbando a Gerard, después, se separó del beso, le levantó las piernas y comenzó a besarlas, mientras el pelinegro se mordía un dedo, esperando, mirando a su amante con la lujuria llenando sus ojos. Al terminar con los besos, Frank alineó su miembro con el agujero de Gerard y, lentamente, comenzó a penetrarlo, haciéndolo soltar un gemido de dolor. Frank rápidamente bajó su mano al rostro del pelinegro y metió sos de sus dedos a su boca, excitándose aún más con aquella imagen de del rostro de Gerard entre excitado y adolorido.—Tranquilo, bebé —Susurró Frank y Gerard asintió enérgico, así era siempre, dolía un poco al principio, pero ya luego se volvía lo siguiente a placentero.
El castaño comenzó a moverse con lentitud, construyendo un ritmo de a poco, buscando el punto dulce del pelinegro que comenzaba a acostumbrarse al miembro del otro dentro suyo. Cuando al fin lo encontró, y se dió cuenta por el gesto de placer que había en el rostro de Gerard, comenzó a arremeter contra el pelinegro, embistiendolo con fuerza en rápidas y certeras estocadas que los hacían ver las estrellas a ambos. Entre los árboles, entre los arbustos y sobre el pasto, los fuertes gemidos se hacían escuchar bajo la abrigadora luz de la luna. Unos fuertes gemidos, tan llenos de placer que no se comparaban con ninguno que otros seres humanos podrían hacer. Eran únicos, tal y como ellos mismos lo eran, únicos en aquel acto de amor tan puro y apasionado. Las embestidas siguieron por varios minutos, ambos ya estaban agitados y sudorosos cuando al fin terminaron, Frank dentro de Gerard y este último en su estómago, manchandose con su propia semilla. Cuando los espasmos del orgasmo cesaron, se sonrieron, el castaño salió de dentro de Gerard y bajó a besarlo con dulzura, tal y como les gustaba besarse después del sexo, con ternura y tranquilidad, con amor. «Te amo» se decían con los besos mas no con palabras, pues ambos tenían miedo de la reacción del otro, además de que no era el mejor momento para ambos.
El calor de aquella noche de verano los mantenía a una temperatura ideal estando desnudos sobre el suelo, abrazándose y acariciándose, también dándose besos ocasionales y compartiendo sonrisas. Estaban algo cansados ya y la noche aún era joven para los dos amantes. Aún así, la hora de decir adiós se acercaba peligrosamente.—¿Irás? —Preguntó Frank de pronto y Gerard se quedó quieto por unos segundos en los que pensó su respuesta.
—No —Respondió y Frank quiso saber el por qué—. No soportaría verte besando a esa mujer, diciendo el «Sí, acepto» con una sonrisa falsa y haciéndola feliz a base de mentiras—.
—¿Ahora te preocupa la felicidad de Jamia? —Quiso reír el castaño y el pelinegro se quejó.
—Sabes a lo que me refiero.
—¿Qué quieres que haga al respecto? ¿Acaso quieres que la deje por ti? —Los ojos de Gerard brillaron al escuchar aquello.
—¿Lo harías? —Preguntó ilusionado y Frank sólo rió.
—¿Cómo podría? Ya está todo arreglado, la boda será mañana en la tarde. Sabes que con Jamia llevamos un año planeando esto. Es más, debería irme a dormir —Dijo y se puso de pie, buscando sus ropas para vestirse. Gerard lo vió vestirse sin decir nada, sólo queriendo llorar—. ¿Qué? —Preguntó al notar la verde mirada sobre su cuerpo.
—Nada —Soltó el pelinegro y también comenzó a vestirse. Al terminar de juntar sus ropas, Frank se acercó a Gerard, lo tomó del mentón y le sonrió.
—¿Podré contar contigo en nuestras noches especiales aunque esté casado? —Gerard cerró los ojos y suspiró, lo pensó unos segundos, volvió su mirada a la avellana y afirmó.
—Aquí estaré para ti. Siempre para ti.
ESTÁS LEYENDO
One Shots || Frerard
FanfictionSerie de one shots que se me ocurran (o me pidan), con smut o softs Disfruten