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Yixing y Sehun comenzaron a encontrarse a menudo. En el pasillo, donde compartían un breve saludo y una sonrisa; a veces en las calles, cuando ambos volvían del trabajo; en el puesto de fideos, con sus miradas cruzándose en silencio.

—No he visto a la señora Zhang en mucho tiempo, ¿ella está bien? —preguntó Sehun una noche.

Yixing se encontraba junto a él en el corredor, abría la cerradura de la puerta. Se detuvo un breve instante para mirar al muchacho y asintió.

—Ella está bien. Se ha ido con su madre por unos días, para cuidarla.

—Es una hija considerada —La puerta del apartamento de Sehun se abrió, pero no entró.

—Tampoco he visto a su esposa —recordó Yixing de pronto.

—Está en el extranjero. Volverá en unas semanas... quizá —La última palabra salió casi en un susurro.

—Deberíamos comer juntos alguna vez —sugirió Yixing en tono amistoso—. Sería bueno tener un poco de compañía.

Los indicios de una sonrisa aparecieron en la comisura de los labios de Sehun.

—Suena bien.

—Venga cuando quiera, mi casera lo dejará entrar —Volvió su atención a la cerradura, cuando ésta cedió alzó la mirada una vez más—. Buenas noches.

—Buenas noches, señor Zhang.

La comida juntos no pudo concretarse.

La esposa de Sehun regresó por unos días. Le regaló un nuevo portafolio a modo de disculpa por su ausencia y le enseñó un bonito bolso que había adquirido durante su viaje. Hablaron poco, un cruce de palabras que se limitó a saber si el otro estaba bien. La separación fue larga, y pese a ello, la pareja no logró darse un abrazo o un beso al reencontrase. Por primera vez, Sehun no quiso tocarla para hacerle el amor.

Al otro lado, una semana después, la señora Zhang volvió más animada que antes. Su madre había mostrado mejoras, estaba más saludable que antes. De igual forma, hizo una pequeña maleta para pasar algunos días con ella. Yixing la observó, sin decir una palabra. Él habría hecho lo mismo si su progenitora se encontrara en las mismas condiciones.

Los vecinos no volvieron a encontrarse por un tiempo.



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La lluvia comenzó de forma repentina. Yixing fue sorprendido por el agua en medio de su camino a casa. Regresó sobre sus pasos y se resguardó en el callejón, bajo el techo de una vivienda.

Las gotas eran grandes, caían con firmeza en el suelo y salpicaban todo a su paso. Yixing contempló el espectáculo mientras se limpiaba el rostro con el pañuelo que siempre guardaba dentro de su saco. Se había mojado un poco, no lo suficiente para sentir el frío de la noche.

En esos días del año las lluvias no duraban demasiado. El hombre esperó pacientemente, seguro de que no tardaría en pasar. Encendió un cigarrillo y se lo llevó a los labios para dar las primeras caladas. El tabaco lo relajó, alejando de su persona todo rastro de estrés producto de la salida tardía del trabajo.

No supo cuánto tiempo pasó ahí, tampoco le importó, no hasta que escuchó unos pasos a sus espaldas. Ladeó el rostro para ver de quién se trataba. La luz era escasa, por lo que no pudo apreciar a la persona hasta que ésta llegó a su lado. Yixing sonrió al reconocerla.

Mood for love [SeXing]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora