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Una carta llegó un mes después de que todo comenzó. La casera se la tendió a Sehun con una sonrisa y desapareció por el pasillo tarareando una vieja canción, ignorante de lo que aquel sobre significaba. El muchacho regresó sobre sus pasos, de vuelta a la habitación donde su amante lo esperaba.

Yixing supo que algo andaba mal en cuanto su mirada se posó sobre él. El rostro de Sehun, antes feliz y relejado, se había contraído en una mueca que iba de la confusión al dolor. Sus manos se cernían con fuerza sobre el papel, como si quisiera desaparecerlo entre sus puños.

—¿Sucede algo? —Se incorporó en la cama.

Sehun le tendió el sobre a modo de respuesta. Yixing lo tomó y giró para revisar el remitente. Frunció el ceño al leer el apellido.

—¿Tu esposa?

—Están en Corea —La respiración de Sehun se agitó—. Tal vez piensa volver pronto.

Volver.

Yixing alzó el rostro y sintió cómo se le escapaba el aliento. Se puso de pie de inmediato para pasar sus brazos alrededor del menor. Besó sus labios y le dedicó una sonrisa tranquilizadora.

—Es sólo una suposición —dijo, haciendo un esfuerzo para que su voz no se quebrara. Intentó convencer a Sehun, cuando en realidad intentaba convencerse a sí mismo.

—¿Y qué haremos si estoy en lo correcto, Xing?

Yixing acarició su cabello con ternura.

—Lo averiguaremos —Presionó sus labios en la sien del muchacho.



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Amaron más que nunca.

Yixing llenó de besos y caricias a Sehun, fundiéndose con su cuerpo hasta que sus fuerzas lo abandonaban por completo. Sehun se aferró a él, enlazó sus brazos alrededor de su cuello y enterró su rostro en su pecho para olvidar lo inminente.

Comieron y rieron juntos, sin pesar en el tic tac del reloj. Hablaron hasta quedarse dormidos e hicieron el amor al amanecer, antes de partir de vuelta a la realidad.

Sehun no pudo concentrarse en su trabajo. Pasó mucho tiempo frente a su escritorio, sintiéndose perdido en medio de papeles y teléfonos que no paraban de sonar.

Su mujer volvería en unos días, después de que su trabajo en Corea terminara. Tal vez pasaría un tiempo con él, hasta que su empresa decidiera que era momento de hacer otro viaje.

Ya no importaba. Sehun no estaba seguro de que todo pudiera volver a la normalidad. No podía besarla otra vez y fingir que todo estaba bien, que ella no tenía a alguien más y él tampoco. Como si eso fuera posible.

Yixing... él tenía demasiado en qué pensar. Había logrado terminar un artículo sobre el crecimiento del comercio interno y sus repercusiones a nivel internacional, eso lo llevó a obtener el reconocimiento de su jefe y la sugerencia de un traslado a otro semanario, uno más popular.

—Ganarás el triple, muchacho —dijo el hombre, cigarrillo en mano y lentes redondos resbalando por el puente de su nariz.

—Lo pensaré.

—Consúltalo con tu mujer. Es una gran oportunidad.

—En Beijing —le recordó.

Su jefe le sonrió de forma comprensiva.

Mood for love [SeXing]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora