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Los ojos de Sehun permanecieron acuosos, ligeramente ensombrecidos ante los pensamientos que se arremolinaban dentro de su cabeza. Estaba asustado de que su actuación pudiera convertirse en realidad y, al mismo tiempo, se sentía incapaz de encontrar una solución que pudiera evitar su inminente separación. Jamás creyó que Yixing se enamoraría de él, y ciertamente no pensó que se enamoraría del señor Zhang.

—Sehun —le llamó Yixing en un susurro—. Estoy aquí. Estamos juntos.

Las yemas de sus dedos recorrieron su piel, desde su estómago hasta su espalda.

—¿Por cuánto tiempo, Xing? —Soltó un suspiro cansado y cerró los ojos.

Yixing lo sostuvo cerca, lo suficiente para que pudiera frotar su nariz con la suya en un gesto que pretendía tranquilizarlo. Besó sus mejillas y buscó su mano para apretarla de forma cariñosa.

—Si tú lo deseas, podría ser para siempre.

Los ojos de Sehun se abrieron, impregnados con un sentimiento de confusión.

—¿Para siempre?

—Me ofrecieron un nuevo puesto en Beijing —Yixing abandonó la mano de Sehun para acariciar sus pómulos y delinear sus labios—. Me iré pronto. Antes de que mi esposa vuelva.

—¿La dejarás?

El mayor sonrió, una línea diminuta acompañada de un hueco en su mejilla derecha.

—Ya no la amo. Y ella no me ama. ¿Qué sentido tiene mantenerme a su lado?

Sehun ocultó la satisfacción que sintió al escuchar su respuesta. No fue difícil hacerlo, al comprender las otras implicaciones que tenía la decisión de Yixing.

—Beijing —repitió.

Yixing asintió.

—Compré un boleto. Llevaré todo lo que tengo conmigo.

—Es muy lejos de aquí.

Muy lejos de mí, quiso decir.

—Lo es.

—¿Estarás bien allá?

—No lo sé —admitió—. Tendré que adaptarme.

Sehun tragó de forma ruidosa. ¿De qué formaba encajaba en ese "para siempre"?

Yixing entendió su inquietud. Inclinó su rostro y besó sus labios con dulzura. Su aliento se mezcló con el suyo al hablar de nuevo:

—Sehun, ¿qué me dirías si te dijera que tengo un segundo boleto?



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Los matrimonios son para siempre, eso dijo su madre el día de su boda. Sehun era joven entonces, demasiado ingenuo. Puso una sortija en el dedo de la linda chica y juró que jamás dejaría de amarla. E incluso si lo hacía, pelearía consigo mismo para hacer que el amor volviera. El divorcio nunca habría sido una opción, no para él.

Las separaciones no eran comunes en su cultura, no sin una muerte de por medio. Y aquellos que rompían su matrimonio, así como su promesa, eran mal vistos por sus propias familias y la sociedad.

Era impensable un escenario como ese. Era inconcebible traicionar o ser traicionado, sentir placer y amor al estar con otra persona que no fuera aquella en la ceremonia nupcial. Pero existían las excepciones. Sehun se convirtió en una de ellas.

Mood for love [SeXing]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora