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Las noches se volvieron especiales, menos solitarias. Sehun se escabullía al departamento de a lado, donde Yixing lo esperaba con una sonrisa y un plato caliente de fideos. Comían en un cómodo silencio, igual que cualquier otra pareja. Al terminar conversaban sobre ellos, interesados en las vivencias del otro. Yixing era excelente escuchando, y a Sehun le encantaba tener a alguien con quien compartir sus sentimientos sobre la vida. Pasaban juntos la madrugada, y Sehun dormía junto a él hasta el amanecer; entonces salía a hurtadillas hacia su propia casa, para prepararse y dirigirse al trabajo.

Algunos días Yixing llamaba a la oficina de Sehun, sostenían una conversación que era tan corta como apasionada.

—Te veré más tarde —Decía Sehun antes de cortar, ligeramente sonrojado por los cumplidos de Yixing al teléfono. Volvía al trabajo con una sonrisa que no podía ocultar.

Al regresar a casa, si sus horarios coincidían, ambos se encontraban en el callejón cercano al puesto de fideos. Se susurraban cosas en la oscuridad, envueltos en la intimidad que el escondite les proporcionaba.

Crearon una nueva rutina, una en la que la soledad ya no tenía cabida. Y lo que comenzó como un juego inocente, se convirtió lentamente en una realidad.



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—Debemos llegar separados —dijo Yixing. Inclinó la cabeza y repartió un par de besos sobre la sien de Sehun. El muchacho se encogió en su sitio, sus manos se aferraron con más fuerza al saco del otro—. La casera comienza a sospechar.

—¿Quién debería ir primero?

—Iré yo.

Sehun asintió. Sus manos soltaron a regañadientes la prenda y liberaron a Yixing. Mordió su labio inferior, obligándose a separarse.

—Nos encontraremos en tu apartamento en una hora —continuó Yixing—. Te cocinaré algo.

—Está bien.

Yixing pasó una mano sobre la mejilla de Sehun, la acarició con suavidad, como si la piel pudiera quebrarse bajo su toque. Sus labios se extendieron en una sonrisa cálida, haciendo que un bonito hoyuelo se marcara en su mejilla diestra. Desapareció antes de que Sehun pudiera reaccionar.

El muchacho permaneció entre las sombras por unos minutos más, realizando un conteo mental hasta decidir que había pasado un lapso considerable. Caminó a su hogar deprisa, al recordar que no había hecho el aseo en mucho tiempo. Saludó a la casera de Yixing con un movimiento de cabeza al encontrarla en las escaleras, pasó junto a ella y siguió a su apartamento.

Entró rápidamente, dejando las llaves sobre una pequeña mesa junto a la puerta. Primero se dirigió a su habitación. Dobló la ropa esparcida en la cama y la guardó en el closet, junto a los vestidos de su mujer. Limpió la diminuta cocina y ordenó los productos en el baño. Al terminar se cambió de ropa, apartó su saco y lo reemplazó por un suéter que no solía utilizar a menudo.

Yixing apareció en su puerta a las ocho en punto, con una botella de licor oculta tras su espalda como regalo. Sehun agradeció el gesto y lo invitó a pasar.

—Linda decoración —alagó Yixing. Apuntó a un cuadro que colgaba en la pared junto al sofá, donde se mostraba el campo en primavera—. ¿Tú lo pintaste?

Sehun negó con la cabeza.

—Mi esposa lo compró en uno de sus viajes.

—Es muy hermoso.

Mood for love [SeXing]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora