Unbreakable ➳ Meanie

•we're unbreakable•

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La luna iluminaba su rostro de manera tenue, a la vez que su sonrisa deslumbraba con la misma intensidad que aquellas estrellas que, a su punto de vista, podía contarlas con sus manos.

Si sus amigos lo vieran en ese instante, cuestionarían seriamente su estado mental, pues muy poco creerían en esa linda sonrisa que antes era una mueca acompañada de lágrimas que no parecían parar, humedeciendo sus mejillas y su mentón, también sus manos cuando hacía el vago intento de apartarlas.

Su sonrisa se borró unos segundos, tan sólo para poder llevar el cigarro que se encontraba entre dos de sus dedos hasta sus labios, inhaló un poco, entonces lo apartó y dejó escapar de manera lenta el humo, el cual poco a poco se fue perdiendo entre el aire que azotaba de vez en cuando.

— Ah, querido WonWoo. -dijo al aire, mirando atento el cielo desde la terraza.- ¿No es irónico? Tantas promesas fueron en vano, al igual que las lindas palabras, todo se desvaneció con el tiempo y lo que prometíamos sería irrompible resultó ser todo lo contrario.

Se detuvo un momento, repitiendo el mismo proceso con el cigarro, hasta que este se acabó y terminó por tirarlo a su suerte. Recostó su espalda en la silla donde se encontraba, mirando algún punto entre los edificios frente a él.

— Debimos haber durado más. -volvió a hablar solo.- Pero no ocurrió, y por ello estoy aquí, solo y sin poder dejar de pensar en ti Jeon WonWoo. -rió sin ganas para luego sacar el teléfono de su bolsillo.

En cuanto lo encendió la luz iluminó un poco más de la cuenta su rostro, obligándolo a cerrar un poco los ojos mientras se acostumbraba, segundos pasaron, y como cada noche entró en el contacto que tanto deseaba volver a marcar.

¿Pero qué ganaría con ello? Habían roto hace mucho, justo en una noche como esa; gélida y sin sentimientos. Se sentía tan vacío y tan lleno a su vez, no lograba comprenderlo del todo.

Aunque a decir verdad había dejado de comprender muchas cosas hace mucho.

— Quisiera olvidar todo lo que pasó de nosotros, lo he intentado y de verdad quiero hacerlo, -habló como si la foto que observaba en ese instante fuera capaz de escucharle o responderle, pero no había más opción que esa, hablar con su foto, porque de seguro el WonWoo de carne y hueso lo patearía si lo viera.- pero no puedo dejar de recordar, n-no...

Cerró sus ojos en cuanto un nudo empezó a formarse en su garganta y las lágrimas parecían querer acumularse.— No puedo, WonWoo, no puedo.

Volvió a abrirlos y entonces una fina, traicionera y lastimera lágrima recorrió su mejilla, bajó de una manera tan tortuosamente lenta, y terminó por perderse luego de llegar a su mentón. Patético, se sentía tan patético.

— WonWoo, sigue tus sueños en nombre de nuestro amor mientras que el inútil yo sigue tratando de borrar tu linda imagen de su mente. -sonrió con tristeza.- Eres un ser de luz mientras que yo sólo soy la oscuridad a la que muchos le temen. Después de la oscuridad hay luz, Wonu; después de mí vas tú, ya no debes preocuparte por mí, sólo por ti. Sigue tu vida, yo intentaré hacer lo mismo con la mía.

Entonces se levantó de su asiento y miró unos segundos más la ciudad de Seúl por la noche, antes de volver a su hogar y tratar de dormir, quizás fallando un poco al inicio, pero lográndolo luego de unos quince minutos.

MinGyu no era consciente de la hora, por lo que no notó que en cuanto cayó en brazos de morfeo el sol no tardó en salir, iluminando toda calle existente. Pero repito, él no lo notó, tan sólo siguió durmiendo por un largo tiempo, quizás recuperando las noches de sueño que había perdido.

¿Cuántas habían sido? ¿Cuatro, seis....? no estaba seguro.

Pero lo que había dicho era cierto: Después de la oscuridad hay luz.

Lo que no sabía es que sin oscuridad no hay luz, y sin luz no hay oscuridad. Se complementaban de una forma extraña, quizás única, al igual que ellos.

Pero bueno, sí, el destino toma cambios drásticos en cualquier momento, y su cambio no había sido para nada positivo. Mierda, no, no lo había sido en lo absoluto.

No podían hacer nada, ya no, tan sólo seguirían sus caminos distintos, con una pequeña grieta en su interior al caer en la dura realidad: su amor no había sido irrompible como habían jurado.

El resto de sus vidas vivirían con una cruel frase impregnada en sus mentes cada que recordaran la existencia del otro.

“Dijimos que éramos irrompibles.”

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