Capítulo 5

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Mientras Candy seguía parada en aquel andén - observando a lo lejos lo pequeño que se iba haciendo el tren al alejarse – sintió como una mano se posaba sobre su hombro y con ésa voz segura como siempre le decía:

-Trate de tranquilizarse señorita Candy

Ella se volteó a mirar a George quien la veía compasivamente mientras le volvía a entregar su pañuelo. Ella lo tomó y después de tratar de recomponerse le preguntó – aun con voz temblorosa –

-¿A dónde fue Albert George?

Él quería decirle, pero su lealtad siempre estaría de parte de su muchacho y por muy afectada que viera a Candy no podía romper la promesa que le hizo al joven. Aunque ésta vez por el momento descansó, pues no tendría que mentirle, ya que en realidad aun no tenía conocimiento sobre el lugar a dónde se dirigía William.

-No lo sé señorita. Se negó completamente a decírmelo.

Ella que lo veía con sus enormes ojos verdes, ahora completamente rojos y descompuestos por el llanto, casi en un tono suplicante le volvió a decir.

-Tú lo sabes... George... Por favor. Tengo que alcanzarlo.

-Se equivoca señorita.

-Pero cuando lo ví me preguntó que si ya habías comprado el boleto, porque me confundió contigo.

-Sí, pero se refería al boleto del señor Archibald que sale en 3 horas a Boston. William se encargó de preparar su viaje personalmente, para que ni si quiera yo supiera a donde se iría. –Dijo tan calmado como siempre –

-No es posible. Tengo que alcanzarlo. –Dijo caminando nerviosa y algo desesperada –

El maduro francés al mirarla tan angustiada –y aún a sabiendas de que cuando su jefe se enterara lo mataría – le propuso algo:

-Si gusta puedo ir a preguntar en taquilla a dónde se dirigía el tren que abordó William a las 10 de la mañana.

Eso iluminó un poco el rostro de Candy quien con un dejo de esperanza le dijo:

-¡Claro George todos conocen a William Andrew, por supuesto que lo ubicaran!

-Entonces vamos señorita. No quiero dejarla aquí sola.

-Claro –Respondió ella caminando a prisa hasta la taquilla –

Cuando estuvieron cerca, pidió a Candy sentarse en una de las bancas y después el moreno le dijo amablemente:

-Espéreme aquí señorita. Iré a preguntar. Vuelvo en un momento.

Candy aceptó y nerviosa esperaba la respuesta del buen George, pues pensaba comprar inmediatamente un boleto a donde quiera que hubiera ido Albert. Tenía que hablar con él y hacer que regresara o bien quedarse a su lado, pero jamás se volvería a separar de él. Eso lo tenía claro. Estaba en esos pensamientos cuando sintió que el moreno se sentó a su lado. Entonces lo miró con ansiedad en sus ojos. Odiando cada segundo que pasaba, mientras que de ésa boca no salía ni una sola palabra. Cuando no lo resistió más, preguntó:

-¿A dónde te dijeron que se fue?

Aquel caballero tan siempre bien comportado, descompuso su gesto mientras se pasaba la mano por su rostro, reflejando su inusual frustración.

-No me dijeron. –Soltó sin más-

Candy mostrando evidente confusión, le preguntó perturbada.

-¿Qué cosas dices George?, ¿Cómo que no te dijeron?. Ellos deben saberlo, le vendieron el boleto. Por favor no me mientas, no ésta vez. Por favor comprende que necesito tomar el primer tren que salga hasta donde sea que se haya ido y cada minuto que pasa es indispensable para buscarlo.

Devoto AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora