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Lobería

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Lobería

Aldea de Mar Camping


Eros buscó durante tres horas a Nieves, si la perdía en verdad sus padres lo iban a golpear y él no se lo iba a perdonar jamás. Después de todo debía reconocer que las peleas y discusiones que tenían le gustaban y mucho. La encontró sentada a orillas de la playa que pertenecía al camping.

La vio cabizbaja y absorta en sus pensamientos.

¿Fifi? ―la nombró y ella levantó la cabeza.

Se puso de pie y él fue a su encuentro para abrazarla por los hombros.

―Qué bueno que te encontré. He estado buscándote por tres horas ―dijo contra su pelo y ella quedó con los ojos muy abiertos de la impresión―. Te pido disculpas si te hice sentir mal con lo que te dije dentro de la carpa, no lo expresé de mala manera pero tampoco debí besarte.

―Ya déjalo, no pasa nada ―admitió separándose de él y poniendo sus manos dentro de los bolsillos de su abrigo inflable.

―¿Todo bien entonces? ―preguntó frente a ella.

―Sí, todo bien.

Él extendió la mano y ella la miró. La aceptó sin dudas.

―¿Amigos?

―Amigos ―habló la joven afirmando la nueva categoría.

―Me parece bien.

El mecánico se quedó a su lado y luego desapareció de su vista, cuando la muchacha se giró para mirar hacia atrás, lo vio mear en un árbol.

―¿Qué haces? ―se le desencajó la cara.

―No aguantaba más. Casi reviento ―la miró de reojo y estando de espaldas.

―Eres un puerco. Te tocas tu parte íntima y luego te pasas las manos por otros lugares. Que asco. Ni se te ocurra tocarme ―abrió más los ojos quedando estupefacta.

―Hay unos baños cerca de aquí.

―¿Y por qué no fuiste?

―¿Y que me meara encima? No. Iré ahora a lavarme las manos.

―Más te vale.

Por pocos minutos todo quedó en silencio hasta que ella escuchó pasos por detrás por las hojas y ramitas que crujían en el suelo.

―Listo, ya están bien lavaditas ―le acercó una mano a la cara femenina y con la otra la sujetó de la nuca para hacer presión con la que tenía sobre el rostro.

―Te pasas, Eros ―dijo ella refunfuñando y dándole un golpe en el brazo.

―No te enojes tanto, te había dicho que debías disfrutar de este fin de semana, ¿o me equivoco? ―la abrazó por los hombros para empezar a caminar de regreso a la carpa.

La lista del hombre (casi) Perfecto ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora