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Aldea de Mar Camping

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Aldea de Mar Camping


El domingo cuando despertaron y se prepararon para otro día más de campamento, tanto ella como él se dieron cuenta que nada era igual desde la noche anterior y posiblemente las cosas tampoco serían las mismas cuando regresaran a sus casas y para evitar todo tipo de situaciones, Eros le ofreció volver y Nieves accedió.

―¿Estás seguro que no hay problema en que volvamos? Pierdes un día de pago.

―¿Crees que me importa eso? ―escupió algo tajante.

―Pensé que sí.

―Para nada, Fifi... Me molesta que ciertas personas no dicen lo que sienten y solo se ven sus narices, y el otro que reviente, ¿no?

―¿De qué hablas? ―cuestionó esquivando su comentario indirecto.

―Pavadas que digo, no me tomes en cuenta ―expresó con algo de molestia en su voz y metió la valija dentro del maletero con furia.

La mujer observó la actitud de él y supo que estaba muy enojado.

―¿Quieres que conduzca de regreso?

―No ―dijo con sequedad.

―Tampoco es para que me contestes así ―manifestó con la misma actitud que la de él.

―¿No te gusta chiquita? ―dijo con ironía―. Esa es la misma forma con la que tú respondes a los demás y sobre todo a mí.

―¡¿Qué te vino mal ahora?! ―inquirió ardida.

―Nada... son cosas mías.

―Tu falta de tacto no es para decir que son cosas tuyas.

―No me hagas caso, no es nada.

―¿No me digas que es porque acepté regresar y tú no querías? ―recalcó la situación.

―No y ya deja de insistir. Porque veo la manera en cómo eludes todo. Te haces la remilgada y cuando te digo algo te enojas y me haces la ley del hielo.

La argentina no le dijo más nada y prefirió ayudarlo en guardar las cosas también. Una vez que entraron en el coche el ambiente fue demasiado tenso y ninguno de los dos hablaba. Ella debió reconocer que era una persona muy difícil de tratar y él a pesar de todo, solo quería que fuese diferente y que si hacía el ridículo no importaba porque después de todo, debía disfrutar de las cosas y los momentos.


•••


Cuando el mecánico dejó a Nieves frente a la casa, se miraron a los ojos habiéndose dado cuenta que aquel fin de semana se había acabado por completo.

―Gracias por todo, después de todo la he pasado bien ―confesó con una sonrisa agachando la cabeza.

―Me alegro, ese era el objetivo de este fin de semana que aconteció.

La lista del hombre (casi) Perfecto ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora