¿Aliados?

55 2 0
                                    

(Miriam)

Estaba agotada. Después de haberme zampado platos y manjares de todo tipo, había decidido ir a mi habitación a descansar, pero digamos que el sueño no quería venir a mí. Me dio tiempo a pensar en todo lo que había pasado antes de la cena, en cómo había reaccionado Pablo ante mi comportamiento con la comida. Bueno, en verdad me parecía atroz que haya tanta comida aquí mientras en los distritos la gente muere de hambre, pero ellos aún tenían una oportunidad de vivir y en cambio yo no seguiría viva dentro de una semana. Vale, no me estoy rindiendo ya antes de pisar la arena, lo iba a dar todo de mí, pero si llegaba al final y Pablo se encontraba también allí, lo salvaría a él también, porque yo no tengo a nadie en el distrito 7 que me quiera, y él tiene a su familia, además de que Eli estaba enamorada de él... No quería que ella sufriera, y si eso era darle mi vida a Pablo, lo haría.
A pesar de todo lo que tengo pensado hacer, me extraña la reacción de Pablo. No sé por qué, pero sospecho que piensa lo peor de mí. Sí, seguro que piensa que cuando lleguemos a la arena lo querré matar y él vendrá a por mí. Seguro. Pero tengo que demostrarle que no es así. Mañana hablaría con él.

Serían las cuatro de la mañana, cuando decidí darme una ducha, así que entré en el baño que había en mi compartimento. Me miré en el espejo y, dios mío, tenía el pelo tan desecho que parecía que había pasado por un tornado, por no hablar de la cara de mapache que tenía por la falta de sueño y por las pesadillas que había tenido. Me pasé la noche soñando en la muerte de mis padres, en la mía propia a manos de los profesionales, muertes dolorosas, pero la peor de todas: mi muerte a manos de Pablo. Necesitaba hablar con él, no quería que me viese como una amenaza, sino como una... ¡Claro! ¡¿Cómo no se me había ocurrido antes?! Podríamos ser aliados! Y siempre ganaría él, porque sigo dejándome matar para que él gane. ¿Pasaría algo si voy a buscarle a su habitación a estas horas? Estará durmiendo... O no...

Al final, decido ducharme y, tras pensarlo mucho, decido ponerme unos pantalones ajustados negros muy cómodos, con una camiseta amarilla de tela de seda, me peino el pelo haciendo que vuelva a estar liso, y salgo en busca de Pablo.

(*****************)

Por fin encuentro la habitación de Pablo. Admito que me había perdido un poco... aunque con la poca luz que había, cualquiera lo encontraba. Vacilo un poco antes de llamar, pero al fin lo hago. No obtengo respuesta, vuelvo a llamar, sigue sin responder, así que decido entrar. Abro la puerta y lo veo tumbado en la cama. A cualquier chica le hubiese gustado esta vista, pero a mí no. Debo admitir que era muy guapo y atractivo, y así tirado en la cama con solo unos pantalones cortos hacía que fuese más sexy aún, pero no puedo permitirme el lujo de que me guste, básicamente porque mi mejor amiga está enamorada de él y él nunca se fijaría en mí. Me acerco a su lado y empiezo a decir su nombre, pero como no contesta, (no me llaméis bruta) le pego un manotazo en el brazo. Eso nunca falla. Se despierta sobresaltado, y al verme allí su cara se pone pálida, pero enseguida cambia a la típica de EstoyTanBuenoQueVasACaerEnMisEncantos.

- Miriam, ¿qué haces aquí? -sonríe con esa sonrisa de chico malo que tanto me gustan- ¿Has venido porque no puedes vivir sin mí? ¿O has decidido matarme antes de llegar a la arena para tener más posibilidades?

- ¡¿Qué dices?! Uno, aunque fueses el último chico del mundo no me quedaría contigo; dos, si te mato ahora sería muy sospechoso; y tres, he venido a hablar sobre una cosa muy seria.

- Entonces dime qué es esa cosa tan importante que tienes que contarme como para venir a estas horas a verme a mi habitación -hace énfasis en la última palabra- ¿Seguro que no quieres nada de este cuerpo tan sexy?

- Panlo, dios mío, te lo acabo de decir, nunca me fijaría en tí. -pongo los ojos en blanco- He venido a hablarte sobre los juegos y la arena. Mira, he pensado que podríamos ser aliados, así los dos tendríamos más posibilidades de ganar. ¿Qué piensas?

- Más posibilidades de ganar, ¿eh? ¿No serán más posibilidades de matarme mientras estoy indefenso durmiendo?

- ¿De qué estás hablando? -no me esperaba esa respuesta.- Acaso piensas que...

- ¡Venga ya! -me interrumpe- ¿Piensas que estoy tonto y no veo lo que intentas? Quieres ganarte a Peter, ser su favorita, que te ayude a ti en la arena y así ganar. ¿Pues sabes qué? ¡No te vas a salir tan fácilmente con la tuya!

- ¿¡Qué dices?! -no podía creer lo que estaba escuchando- ¡No seas imbécil, Pablo! ¡Eres mi mejor amigo, por mucho que discutamos, me importas más de lo que te piensas tonto! ¡YO SOLO QUERÍA QUE FUESEMOS ALIADOS PARA ASÍ QUE SI LLEGAMOS A LA FINAL, PUEDAS GANAR TÚ Y VOLVER, PORQUE YO TE VOY A DAR MI VIDA PARA QUE VUELVAS CON TU FAMILIA Y CON ELI! ¿¡Y TÚ ME DICES QUE SI QUIERO MATARTE CON MIS MANOS, ENSERIO?!

Estaba gritando, así que decido calmarme. Pablo se ha quedado petrificado, sin decir nada, asimilando todo lo que le había dejar caer como una bomba. Y de repente, sin darme cuenta, me abraza fuerte. Me abraza fuerte y mis pulsaciones todavía van a mil, y así no creo que bajen. ¿Qué pasa conmigo? Acababa de gritarle a Pablo y ahora me pongo nerviosa... ¿Significa que me gusta? Nah, no creo, es imposible... ¿Pablo y yo? Ni en mil años JAJAJAJAJA Principalmente porque uno de los dos, yo, va a morir. Y esta Eli...

Estoy centrada en mis pensamientos, por eso cuando Pablo me susurra al oído una frase que no logro entender me sobresalto y me separo de su cuerpo roja como un tomate.

- Perdona, ¿qué has dicho? -debo parecer tonta preguntando esto.

- Que lo siento, siento haber sido tan gilipollas como para pensar eso de ti... Eres mi mejor amiga, una de ellas, y no puedo pensar que tú quieras hacer eso... Pero estoy tan asustado...

- Lo sé, por eso he venido a estas horas a verte, no podía dormir.

- Pero Miriam, ¿por qué dices que me vas a dar tu vida? ¿Acaso tú no quieres volver?

- Sí, bueno... Sí, quiero volver, me aterra morir, pero prefiero que lo hagas tú que tienes a tu familia esperándote y a Eli... Yo no tengo a nadie... -sin esperarlo, me pongo a llorar.

- Anda, no llores, eres demasiado importante para mí como para verte así por mi culpa... Ven aquí, anda.

Dicho esto, se tumba en la cama y yo pongo la cabeza en su regazo. Él empieza a acariciarme las mejillas a modo de tranquilizarme, y empieza a jugar con mi pelo... Después de esto, me quedo dormida sin tener ninguna pesadilla, pero antes de que quede inconsciente por mis sueños, me permito pensar graciosamente: ¿Qué pensaran los demás cuando nos vean así por la mañana?

(*******************)
AL PRINCIPIO DE ESTE CAPÍTULO OS DEJO A PETER, EL MENTOR DEL DISTRITO 7. ESPERO QUE OS HUSTE MI HISTORIA, Y GRACIAS POR LEER!

Los trigésimo cuartos juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora