Capitulo 3 "Música en la Iglesia"

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17 de diciembre 1956 13:00h  Casa de Josh Sposit

Me quedé dormido en el sofá, me desperté y me dí cuenta que todo que había pasado ayer fue real, me subí a mi habitación y cojí uno de los trajes del armario y me vestí rápido. Salí por la puerta y sentí el espíritu navideño, no quedaba nada para navidad, los vecinos estaban decorando sus casas, la música navideña salía de sus casas con fuerza y ya empezaban a salir los coros a las calles a pedir el aguinaldo, la prisa desapareció de mi cuerpo, fui paseando por la plaza de detrás de mi calle, ví, por primera vez, como ponían y decoraban el árbol de navidad, el gran árbol de navidad, las familias se quedaban a ver como ponían la gran estrella en lo alto de la cima, de la Iglésia de enfrente salió un pequeño coro de gente de color  y empezaron a cantar, recordé que quería ir a la Iglesia a rezar y a pedir perdón por las muertes de  Mariss y la señora de "The Belle Femele". Entré y la iglesia estaba decorada con abetos y velas rojas, la gente de dentro de la Iglesia iban vestidos de negro, el cuerpo de la señora de la tienda de ropa estaba tumbada dentro del ataúd de madera maciza y brillante por el barniz. Me acerqué y le dí el pésame a su marido y por detrás me senté, estaba al lado de una señora mayor de unos sesenta años y se acercó a mi y me dijo, seguro que han sido las brujas de la casa Belmont.

Belmont , casa de jóvenes mujeres, huérfanas, donde estudian y duermen, solo salen de la casa por motivos que nadie sabe, solo las han visto por el gran jardín, rezando y asomadas por las ventanas y balcones de la gran mansión Belmont, la gente cree que son brujas por que cuando rezan, se les escucha hablar un idioma que nadie sabe, la calle de la mansión está abandonada, la gente no quiere vivir al lado de esa casa, ni pasar por delante de ella, por si las muchachas les echan algún maleficio.

Yo no creo en brujas, solo son muchachas sin casa y sin familia, que las cuidan y las preparan profesionalmente para trabajar y crear una familia en un futuro.

Mientras tanto en la Iglesia se estaba terminando el funeral, la gente se levantó entre cuatro chicos jóvenes cogieron el ataúd y con el coro detrás cantando al ataúd empezaron a "pasear" el cuerpo por todo el barrio hasta llegar al cementerio, yo me quedé solo en la iglesia, vi entrar a una señora vestida de blanco con un abrigo negro de bisonte y un sombrero blanco roto con un lazo negro, fumando un cigarrillo, que cuando entro por el pasillo, tiró al suelo, lo apagó con uno de sus zapatos negros,  se quitó las gafas de sol, me miró  y seguió caminando, cuando llegó al altar se santiguó  y se quitó el sombrero, descubriendo su melena pelirroja, y "saludó" a la virgen, se metió en su bolso un par de velas que estaban en el altar, y se metió dentro del confesionario, corriendo la cortinilla y sacó su mano con la manicura perfecta  y me señaló y me dijo que fuera, miré hacia los dos lados  y  fuí y cerré los portones de la Iglesia, me acerqué al confesionario y estaba ahí la mujer quitándose el vestido blanco, me besó y de mi cartera saqué el hacha  y empezé a pegarle con ella en el pecho, el silencio de la iglesia me puso histérico y entre a la capilla, encontré una radio pequeña, seria del cura, y  busqué mi cadena favorita de radio, estaban poniendo una canción preciosa "Swing Low, Sweet Chariot", puse la radio al lado del cuerpo de esa señorita y me fui por la puerta de detrás de la Iglesia.

Fui a mi casa corriendo, me quité el traje y me metí en la bañera, me quedé pensando  dentro de ella, ¿quien era esa señora? era joven, pero muy fresca, seria una prostituta de la calle, que entró a robar a la iglesia, eso fue lo primero que se me pasó por la mente. Cuando salí de la bañera, lave el traje a mano, y lo colgué en una percha para que se secara, me fui a la cocina y en la pila lavé el hacha, estaba llena de sangre, solo viendo toda la sangre que estaba soltando, me estaba entrando ganas de ver más, me obsesioné con la sangre, con la muerte, con ver como quedaban los cuerpos de esas mujeres tirados en el suelo de color rojo, como el carmín de sus labios, me gustaba verlas, con jazz de fondo.

Esa misma noche me tocaba actuar en otro club de la ciudad, Club Kivian, que ganas tenia de entrar y subirme a su escenario, esa noche había un especial Gospel y estuve tocando toda la noche con uno de los mejores coros de Gospel de la ciudad, Dios que bien me lo estaba pasando, ninguna mujer iba enseñando más de lo habitual, y yo estaba con mi Whisky y mi saxofón  tocando todas esas canciones, acompañadas con las voces de las mujeres de color, preciosas, con poco maquillaje y una túnica blanca, esa noche fue épica.

Cuando salí  del club, me despedí de todos, y fui hacia mi casa y pasé por la calle de la mansión Belmont, y me dió un escalofrío, 20 chicas jóvenes, vestidas de negro, estaban por todas las ventanas y balcones de la mansión, mirándome, sin parpadear, no sabia como reaccionar, entoncés seguí caminando hacia delante sin mirarlas, cuando estaba al final de la calle, me giré para verlas de nuevo y ya no estaban, no había nadie en las ventanas, las luces estaban apagadas y no se veía nada por la calle, ¿donde se habían metido? Me giré para llegar a mi casa y algo oscuro con cara endiablada me atrapó, dejándome inconsciente, no sabia donde estaba, era oscuro, era como una bolsa y perdí el conocimiento.

El Hombre Del HachaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora