Capítulo 6 "Dulce Navidad"

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24 de Diciembre de 1956 Noche Buena

Un día para Navidad, que buena época, las familias reunidas, las comilonas y como no los funerales, que bien se vive sabiendo que hay menos gente en el mundo, menos mujeres ateas, menos prostitutas, que ganas de una ciudad limpia, sin gente malévola, solo nosotros y Nueva York.

Todo esta nevado, el cielo encapotado y personas de negro, que bonito color, el color de lo intenso, de la normalidad, de la soledad, como yo hoy en estas fiestas, no tengo a nadie, estoy solo, menos mal que el Sr. Henry me invita cada año a su casa con su fabulosa familia a cenar en su gran comedor, que asco de persona, tan feliz, tan enamorado, si supiera lo que hace su mujer, todas las noches, antes del toque de queda impuesto por la Casa Blanca de Washington  por culpa de "El hombre del hacha" salía de fiesta, se emborrachaba con sus amigas y se dejaba caer en los brazos de aquellos hombres, lástima de mujer, ayer tubo que morir, justamente la noche en la que los niños estaban con la abuela y el marido trabajando, ¿que pena verdad? Debería haber cerrado la puerta con llave Sra Henry o ¿esperaba a un nuevo hombre que la hiciera un poquito más feliz en Navidad? ¿No sería el hombre que la descubrió muerta en la cocina, no? Pobre hombre, estará traumatizado al ver el suelo de sangre y sus tripas saliéndose de su estómago. Pero más pena me da es la pobre mujer que salió de su casa a la misma hora que "el hombre del hacha salió de la casa de los Henry, ensangrentado, la mujer corrió, pero el hacha la atravesó y en el árbol de la plaza, su cuerpo sangrando colgado se quedó.

Que bonito es pasear por Nueva York, ver como una ambulancia recoge el cuerpo de esa vecina tan cariñosa, la típica que te regala un caramelo cada vez que te ve cuando eres niño, creo que los caramelos para ella se van a terminar, me acuerdo de la frase que me dijo  antes de morir:

-Pero si esta el jazz puesto en casa

-Si, estaba puesto, pero tu has visto el hombre el hacha  y nadie puede verlo, solo sus víctimas en los últimos segundos de vida antes de morir.

Lo que más echaba de menos de esas navidades, fue pasar por las calles y que nadie te dijera un "feliz navidad", por que no eran felices para la ciudad, pero para mi si.
25 de diciembre de 1956 Navidad
El barrio estaba aun conmovido por las muertes de sus vecinas, cada vez eran más y más mujeres las que aparecían muertas en sus viviendas.
Era navidad, los niños iban a abrir sus regalos, recibir sus estrenas, pero una familia  iba a recibir un regalo mejor.
Era por la mañana, la familia Preston  estaba levantándose, el hombre de la casa el Sr. Preston se levantó de la cama y miro a su lado  y su mujer no estaba, no se extrañó, estaría preparando el desayuno, pero no olía a las típicas tostadas que hace el día de navidad, fue a despertar a los niños, ya estaban despiertos, bajaron corriendo y se encontraron con una caja enorme, empezaron a desenvolver la caja y la abrieron, la sangré se les heló, era su madre con el delantal, llena de sangre  con una carta, el marido cogió la carta y  entre lágrimas la abrió y dibujada en la carta había una hacha.
El Sr.Preston cayó al suelo chillando y llamó a la policía, quería justícia por la muerte de su mujer.

El Hombre Del HachaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora