Capítulo 2: En el pueblo.

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El camino aunque no lo crean, al pueblo se hizo corto y es que la presencia de David hacia que las cosa transcurrieran más rápido, él era tan amable y cariñoso conmigo, aun no entendía como podía ser hijo de esa bruja arpía de mi madrasta es enserio si él era una ternura, y sus labios o sus labios se veían tan suaves y delicados que provocaban besarlos comérselos es que… no yo sé lo que piensan y no me gusta mi hermanastro es solo que bueno no puedo evitar pensar que cuando alguien está bueno hay que reconocerlo, bueno él no está bueno esta buenísimo y dígame ese culo es como…

-       Etto ceniciento…- masculla con una ceja alzada y no puedo evitar sonrojarme hasta las orejas, o dios acaso me le quede viendo tan fija y descaradamente el culo.

-       Yo etto podrías dejar de llamarme así recuerda que me llamo Daniel- siempre le decía lo mismo y este solo me regalaba una sonrisa y me invitaba a caminar más rápido.

-       A ver que tenemos que comprar- susurra y yo aun con las mejillas sonrojadas me acerco a un puesto donde venden verdura.

-       Yo voy a comprar la comida tu ve y comprar a lo que viniste, nos reencontramos a las afueras del pueblo- dije mientras me concentraba en elegir las verduras.

-       Ok nos vemos ceni… Daniel- dijo para luego comenzar a caminar y dejarme, solo suspire cansado y comencé a comprobar las verduras mi vida era pesada y algo triste, pero ya me había conformado a vivirla de esta manera aunque a veces tratara de escapar un poco de la realidad.

-       Son doscientos- me dijo aquel amable viejito y con una sonrisa en labios le pague y comencé a caminar por el pueblo, no tenía mucha prisa ya que sabía que lo que me esperaba en casa sería algo desagradable, y a consecuencia de ello me tomaba mi tiempo en apreciar a la gente que allí pasaba.

Caminaba gustoso mientras compraba los panes, la carne y el pollo para así poder llenar la pequeña nevera, ciertamente lo que llevaba se empezaba a volver pesado así que decidí caminar a la salida del pueblo para esperar a David ya había terminado todo y no era necesario seguir perdiendo el tiempo, cuando me asome a la salida sucedió algo que nunca creí ver en mi vida, bueno exagero pero sí que no esperaba ver nada de eso.

Allí parado frente a mí a unos metros de distancia se encontraba David al lado de él estaba un pelinegro de piel blanca como la porcelana y los ojos verdes como el hade, este le estaba tocando el trasero si lo que dije EL TRASERO a mi hermanastro, me acerque sorprendido y avergonzado sintiéndome incomodo pero creo que lo mas obvio era interrumpir, ya que si mi madrastra se enteraba lo mataba a él, bueno más bien me mata es a mí por permitirlo aun que David fuera más fuerte.

-       David- susurre con las mejillas más rojas hasta no poder, pero mayor fue mi sorpresa, cuando mi hermanastro le sentó tremendo puñetazo al atrevido.

-       Daniel- dijo él y pude ver como se avergonzaba enseguida, nunca lo había visto tan apenado en mi vida, me quede pasmado ante lo tierno que se veía y una risotada me saco de mis pensamientos.

-       Jajaja te lo dije Drake no todos caen con eso- se burló otro joven pelinegro de la misma apariencia que el otro la única diferencia era que un ojo era verde y el otro rojo.

-       O cállate Sebastián- gruño el tal Drake sobándose la mejilla donde mi hermano le había pegado.

-       Vámonos Daniel no hay que seguir perdiendo nuestro valioso tiempo- mascullo con veneno y yo estuve seguro de seguirlo hasta el fin del mundo, si no fuera porque alguien me sujeto de los brazos.

-       Daniel ¿eres un chico? Pero si pareces una niña- susurro ese tal Sebastián lo mire mal y trate de liberarme pero él era más fuerte.

-       Suéltame yo no soy una niña- dije y como no me podía liberar trate de morderlo, si algo infantil de mi parte pero no sucedió ya que él fue más rápido y me soltó, y yo como buen cobarde que soy me escondí detrás de David, no sé si ustedes lo saben pero bien que soy malísimo en las peleas y con un solo puño me dejan K.O

-       Oye metete con alguien de tu tamaño- me defendió David y yo como siempre lo apoye y les saque la lengua a los dos gemelos y es qué vamos si es obvio que son hermanos sino porque se parecen tanto.

-       Más te vale respetar  mira que hablas con tu príncipe- dice Drake mientras infla el pecho orgulloso, mi hermano levanto una ceja incrédulo y algo molesto respondió.

-       A mí me vale un cuerno si eres o no un príncipe tu eres solo un maldito degenerado, nos vamos- dijo con autoridad mientras me tomaba de la mano y me arrastraba, se detuvo unos instantes se dio la vuelta y miro con decisión a los dos mayores, solo para enseñarle el dedo del medio, Drake abrió la boca y Sebastián sonrió.

-       Con la niñita cuando quiera- grito el de ojos bicolor mis mejillas se volvieron más rojas de lo que ya estaban, y mi hermanastro con furia me arrastro hasta que los perdimos de vista.

-       Pero ¿Quién diablos se creen esos imbéciles?- Gruño con voz ronca David mientras detenía su paso y me liberaba.

-       Los príncipes- dije inseguro y este me dirigió una mirada tan terrorífica que me hizo temblar del miedo, me puse pálido y agache la cabeza.

-       Lo siento, pero que conste que ellos no son nada- susurro haciendo un puchero subí la mirada y lo mire muy inseguro.

-       Y si en verdad lo son no crees que estaremos en problemas- murmuré bajito no tenía la confianza suficiente para hablar de ello.

-       Pues no lo creo vamos no pensemos en eso mejor vamos a casa rápido y no le contemos nada a nadie, o sino estaremos en serios problemas si madre se entera- susurro soltando un leve suspiro sus palabras en vez de tranquilizarme me aterraron pero decidí seguirle la corriente.

Al llegar a la mansión esta nos recibió con un silencio espeluznante lo cual ya era costumbre, el frio se colaba por nuestra sensible piel y yo me propuse ir a hacer mis labores, y David se colocó esa mascara de indiferente que se ponía cada vez que estábamos en esa mansión, solté un suspiro sintiéndome seguro de estar en casa aunque la mayoría del tiempo el infierno lo viviera allí. 

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