Capítulo 8: Conociendo a Sebastián.

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Lo prometido es deuda aqui el capi..=D perdon la tardanza disfrútenlo...

Pov. Daniel.

Me encontraba asustado, ahí parado frente a mí se encontraba Sebastián revisando su gran armario, no sé cómo había terminado en su habitación, solo sabía que cualquier cosa que tramase no sería bueno, mis ojos estaban rojos por contener las lágrimas, que debes en cuando se escapaban, tenía miedo y de alguna forma quería estar cerca de alguien que me brindara seguridad, y ese sin duda seria David.

- Vamos no puede ser tan malo casarte conmigo- al fin hablo Sebastián mientras dejaba lo que estaba haciendo, y me encaraban- tan desagradable soy- dijo mientras se veía en un espejo, no pude evitar avergonzarme al ver su musculoso cuerpo.

- Yo no... sí..- volví a hacer silencio, sin saber realmente que desear- no me pegaras ni me encarcelaras si yo..- trague saliva de verdad debería mantener este tipo de conversación, tal vez sería mejor callarme y no hablar.

- Oye sé que técnicamente te estoy obligando a ser mío, pero- hace una pausa mientras me toma de la mano- que tal si nos conocemos y hablamos tal vez así puedas sentir algo por mí- dijo con calma mientras me acariciaba la mejilla, me sonroje y no pude evitar apartar la mirada.

- Y entonces cuéntame de ti- dije algo nervioso, mientras evitaba a toda costa verlo a los ojos, no quería darle falsas esperanzas pero tampoco quería ser tan rudo con él.

- Pues me llamo Sebastián soy el príncipe de este reino, tengo 22 años, me gusta el pastel de chocolate, tengo una pequeña cicatriz en mi nalga derecha, cuando me caí de un árbol, me gustas tú, me encanta acosar, soy pervertido y que más... a si soy el mayor de los gemelos- dijo con un aire orgulloso y no pude evitar verlo a la cara.

- Tienes una cicatriz en la nalga, es enserio- dije sin poder creérmelo, es que no me parecía posible.

- Es verdad si quieres te la enseño- dijo mientras trataba de bajarse el pantalón, me sonroje enseguida y detuvo sus manos.

- No es necesario- dijo rojo de la vergüenza, este se movió brusco y termino encima de mí sobre la cama.

- Enserio a mí no me molesta que me veas el trasero, después de todo cuando nos casemos yo veré el tuyo- dijo, me avergonzado más que nunca, y trate de apartarlo de mí, mas no podía el pesaba demasiado y era más fuerte que yo.

- No Sebastián levántate- dije mientras el miedo comenzaba a recobrar fuerzas, la idea de ser violado no me gustaba.

- No me temas peque yo solo quiero estar contigo, además te prometo que jamás aria algo para dañarte- me acaricio mientras me besaba la mejilla tiernamente, lo mire a los ojos y comprobé que él no tenía malas intenciones, tal vez lo había juzgado mal, tal vez él no era tan malo como creía.

- Porque te gusto, ¿Por qué yo? Cuando estaba en la fiesta hubieron muchos que se interesaron por ustedes, porque entre todas esa personas nos eligen a nosotros- pregunte sonrojado sin entender sus sentimientos y pensamientos.

- Tal vez porque somos medio masoquistas- dijeron con una sonrisa de medio lado, lo mire un rato sin entender lo que dijo.

- ¿Qué es masoquista?- pregunte inocentemente, una carcajada salió de sus labios haciendo que mis mejillas se tornaran nuevamente de un tono rojo, todo por vergüenza.

- Jaja realmente me encantas- dijo mientras me comía a besos, me abrazo fuerte y se quedó respirando en mi cuello.

- Suelta..- no me dejo hablar ya que me apretujo con más fuerza contra él, lo mire avergonzado mientras me removía incómodo.

- Solo por lo menos, permíteme estar así junto a ti- me pidió, sentí su cálida respiración en mi cuello, mientras sus manos se aferraban con fuerza a mi cintura, me quede quieto escuchando los latidos acelerados de mi corazón, se sentía también ser abrazado de esta manera.

- Daniel- susurro una voz, en la puerta había aparecido Samuel, quien miraba sorprendido la escena, me separe de Sebastián y salte a los brazos de mi hermanastro feliz de por fin ver una cara familiar.

- ¿Quién te dejo pasar?- dijo enojado Sebastián quien se paraba dispuesto a echar de patadas a Samuel.

- Eso no importa ahora mismo Daniel y David se vuelven conmigo a la casa te guste a ti o no- dijo Samuel de manera desafiante lo mire sorprendido sin creer lo que decía.

- No puedes hacer eso- murmuro con cinismos mientras me tomaba del brazo, una sonrisa se formó en los labios de Samuel mientras empujaba con fuerza a Sebastián.

- Claro que sí, es una orden del rey- dijo mientras le entregaba un papel firmado por su padre abrí los ojos con sorpresa, ¿Cómo Samuel había obtenido eso?

- No lo permitiré- gruño celoso y posesivo Sebastián mientras trataba de impedir que me marchara.

- Lo aras a menos que quieras comenzar una guerra contra el Rey José III (tres en números romanos) mi esposo- dijo Samuel y mi quijada cayó al piso, mientras este me tomaba del brazo y me arrastraba, sin más me saco de ahí; la sorpresa no solo me había pasmado a mí, a Sebastián también y sabia a pesar de todo que esto no terminaría aquí.


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