23.- Mejorar.

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Chanyeol se despertó y enseguida sintió a Baekhyun entre sus brazos.

Ayer y como siempre, Baekhyun le había mostrado gran comprensión y cariño.

Lograron aclarar que ya no quería nada de su ex y que si no se divorciaba era por meras razones legales. También le mencionó que los padres de la chica lo odiaban desde que lo conocieron.

Baekhyun no resolvió todas sus dudas, pero si la mayoría y las que más le preocupaban, por eso ahora podía dormir tranquilamente a lado de su novio.

Chanyeol apretó ligeramente su abrazo para pegar más al chico hacia él, después de unos minutos más abrazándolo sonrió.

— Hermoso. No sabes cuanto te amo.

— ¿Qué? — El rubio abrió los ojos sorprendido.

Chanyeol lo observó nervioso.

— Ah... estabas despierto.

— ¿Me amas? — Preguntó aún con sorpresa.

— ¡Tengo que ir con Minseok! — Se levantó rápidamente para vestirse. — Te veo luego.

Le plantó un beso corto en los labios y salió corriendo.

Baekhyun sonrió dejándose caer en la cama.

— Me ama.

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— ¿Seguro que quieres entrar solo? — Chanyeol estaba en el asiento del conductor en el auto de Minseok.

Él por su parte, estaba a su lado, observando por el vidrio la puerta de la que fue su casa con Jongdae.

— Si. será mejor que hablemos solos.

— Bueno, sabes que cualquier cosa estoy aquí. — El alto le sonrió intentando darle un poco de confianza.

Asintió y bajó del auto.

Respiró profundamente varias veces y empezó a caminar hacia la casa.

Al llegar a la puerta regresó la vista al auto, su amigo lo observaba atento.

— Tú puedes Min.

Regresó la vista a la puerta y tocó.

Aún tenía las llaves, pero debido a la naturaleza de su visita le parecía muy inapropiado entrar como si aún fuera su lugar.

La puerta permaneció cerrada unos cuantos minutos más que para Minseok fue mucho tiempo, y cuando por fin se abrió, Jongdae le dedicó esa media sonrisa que alguna vez le enamoró tanto.

— Hola. Pasa.

— Si, gracias.

Caminaron por el corredor del lugar y se sentaron en la sala en el mismo sillón, ese sillón que compraron juntos después de que Jongdae rechazara ocho sillones más.

Ese sillón donde vieron tantas series, películas, donde se quedaron dormidos abrazados.

Ese sillón, esa sala, esa casa. Todas esas cosas ahora parecían extrañamente lejanas para los dos.

— Entonces. ¿Que quieres hablar? — Preguntó Jongdae nervioso.

— Muchas cosas. — Se acomodó para verlo de frente. — Jongdae. ¿Cuanto tiempo tienes engañándome?

El nombrado bajó la vista apenado.

— ¿De verdad quieres hablar de...?

— Claro que quiero. — Habló firme. — No me voy a ir de esta casa con una sola duda.

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