Capítulo siete

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C A P Í T U L O 7
Vacaciones compartidas.


El sol me pega en la cara, dándome una sensación de fervor que, sorprendentemente, se siente extraordinaria. Los rayos calurosos impactan sobre mi piel desnuda dejando tras su paso un color colorado bastante llamativo, mientras que mis mejillas toman el mismo tono.

Me levanto de la reposera y camino hasta la mesita de té que hay en mi jardín, donde agarro una botella de agua y la bebo, sediento y acalorado.

Necesitaba algo de calor después del frío que hizo anteayer.

Me bajo casi todo el agua, pero con el último poco que queda, hago un buche: inflo los cachetes, moviendo el agua dentro de mi boca de un lado a otro, luego la escupo en el pasto y limpio mi boca con el dorso de mi mano.

- Ah, ¡acá estabas! - oigo que dicen a mis espaldas - Te estuve buscando por todas partes, Pabli.

Sonrío inconscientemente al saber quien se encuentra detrás de mí. Giro sobre mis talones y la observo. Marizza está junto a los arbustos de mi jardín. Tiene sus brazos en jarra y una expresión de enfado instalada en su tierno rostro.

- ¿Te vas a quedar viéndome como un boludo, o vas a preguntarme porqué te buscaba?

Una sonrisa amenaza por escapar de sus labios, pero se contiene para no perder la seriedad de sus palabras mientras intenta lucir enojada porque no fui a verla. Aunque yo sé que no lo está.

Sé que quiere abrazarme como un oso, al igual que yo. Hace casi dos días enteros que no pasamos tiempo juntos, y eso es un montón para nosotros. Lo máximo que llegamos a estar separados, sin siquiera poder vernos por a ventana, fue un día y un par de horas.

Pero debe estar muy emocionada por algo, supongo, ya que todavía no me tiró al piso para llenarme de cosquillas o abrazos.

- ¿No vas a abrazarme vos? - digo indignado - No sé, digo, hace días que no nos vemos.

- No seas exagerado, pasaron dos días nada más.

Me da una mirada rápida y luego la desvía hacia el suelo, con sus brazos cruzados. Estoy por hablar cuando siento sus brazos envolverme en un abrazo, con fuerza e intensidad, tal como me gusta.

- Te extrañé - murmuro.

- Bueno, basta de tanto cariño, me da diabetes - dice soltandome. Suelto una risita -. ¿No vas a preguntarme porque vine?

- Perdón, mamá - me burlo -. Creí que era porque querías verme - frunzo el ceño -. Entonces, ¿Por qué viniste? - utilizo su misma pregunta.

Golpea mi brazo juguetonamente y las comisuras de sus labios se curvan hacia arriba ya sin contener la sonrisa.

- Tonto. ¡Adivina con quien vas a pasar tus vacaciones tan preciadas éste año!

Finjo pensar colocando una mano en mi barbilla y poniendo mis ojos en el cielo. Bajo mi mirada y la observo. Quiero ver su expresión de minienfado cuando la boludee un poco.

- ¿Vanessa? - ella niega con la cabeza - ¿Oriana? - repite la acción, pero su sonrisa se borra lentamente. - ¡Ah, ya sé! - vuelve a sonreír - ¡Paola!

Ella frunce el ceño y sus ojos destellan un enfado notable, aunque lo confundo un poco con desilusión.

- ¡Deja de pensar en gatos baratos por un rato! ¿Querés? - río divertido - Yo voy con vos, forro.

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⏰ Última actualización: Aug 18, 2020 ⏰

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