El clima gélido de buenos aires me quemaba la cara mientras corría tras Marizza con nuestras manos entrelazadas, que, por órdenes estrictas de nuestras madres, teníamos cubiertas por lo guantes.
Hace días veíamos venir una nevada, algo inusual en una provincia como ésta, el aire era frío y el granizo de hace días atrás seguía en algunos autos o buzones. Las calles tenían nieve acumulada en algunas mini montañas, ya que habían tratado de sacarla para dejar pasar los autos, pero todavía caía un poco de los copos helados blancos.
Marizza frenó en seco al llegar a nuestro "lugar especial" -Una casita del árbol que quedaba en la otra cuadra, a la vuelta de nuestra casa, hecha por Martín el año pasado a nuestros siete años de edad-, sujetó mi mano con más fuerza que antes, y me guió hasta el tronco del árbol, donde se encontraba la escalera para subir. Volteó a verme con una sonrisa.
- Subo yo primero, ¿Si?
Asentí. Ella volteó de nuevo hacia el árbol y puso sus pequeñas manos con guantes en la escalera, luego se impulsó y subió sus pies para subir hasta la casita de madera. Después, yo seguí sus pasos hasta llegar arriba. Entré en nuestro espacio de diversión, y tomé asiento en uno de los puffs al igual que Marizza, quien miraba sus manos mientras las frotaba para mantener el calor.
- ¡Que frío! - me quejé dando un suspiro. Mi aliento liberaba un humo blanco por el frío - ¿Qué hacemos? Me aburro.
- Hmm, juguemos a... ¡Princesas y piratas!
- Hace mucho frío para eso, hagamos otra cosa.
- Y pero si pensas así para todo no se puede jugar a nada. Si hace frío juegues a lo que juegues - dijo haciendo un puchero con sus labios -. Dale, porfi - juntó sus manos en forma de súplica.
Bufé, rendido. Esa nena con ojos chocolates al igual que su pelo, me convencía de cualquier cosa. Era la única amiga que tenía desde los dos años, cuando se mudó junto a mi casa. Tenía ese poder en mi, de lograr que haga lo que quiera. Era como mi hermanita menor.
- Está bien, está bien. Pero un ratito nada más.
Ella sonrió triunfante. Corrió a nuestro baúl de juguetes y sacó algunas cosas; Una corona de princesas, unos collares y anillos, una varita, un parche de pirata, un sombrero y una espada.
- Preparate, pirata rubio. ¡Argh! - gritó con su voz dulce.
[...]
Corrimos y jugamos por toda la casita, ella diciendo boludeces de princesas y lanzando "Hechizos encantadores" como ella les dice. Yo corría como un tarado atrás de ella, "Intentando capturarla" para hacerla caminar por la plancha.
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Desde que te ví. ©
Romance¿Qué es lo que en verdad siento por ella? ¿Amor? Si, eso es. La amo. Amo a mi mejor amiga. Pero eso sólo yo puedo saberlo. (En proceso). [Prohibida la copia parcial o completa de esta historia] © Ella Méndez.