Capítulo cinco

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Antes de leer el capítulo tengo que advertir que habrán spoilers de películas, que si bien son muy conocidas y probablemente todxs las conozcan, tal vez algunas personas no las hayan visto, así que nada, eso.
Espero que ya las hayan visto, aunque dudo que no lo hayan hecho.

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C A P Í T U L O 5
Noche de películas

- Dale, ya estás mejor - dice Marizza, sonriendo emocionada.

- ¿Sigo igual de hermoso?

Ella rueda los ojos.

- Seguís igual de pelotudo. Eso cuenta, ¿no?

- Que dulce sos - digo sarcástico.

- ¿Viste? Soy un amor - guiña un ojo.

Me levanto con rapidez para observar mi cara en el espejo del baño: mi rostro tiene un mejor aspecto, y aunque no esté sin ningún rasguño, por lo menos no hay sangre como antes. Mi ojo sigue morado, los pequeños cortes siguen ahí, pero ahora están limpios y desinfectados. Espero que deje de doler también, porque el ardor que siento cada vez que el viento, por más leve que sea, choca mi cara, es insoportable.

No sólo mi cara es la que sufre dolor, sino ahora también mi trasero. El estar tanto tiempo sentado en la tapa del inodoro hizo que mis glúteos se sientan duros, acalambrados. Por esa razón hago una pequeña mueca, Marizza parece notarla, por lo que pregunta:

- ¿Qué pasa? ¿Duele mucho?

Volteo a verla, rascando mi nuca.

- No, más o menos.

- ¿Entonces? - alza las cejas, sus labios se curvan en una sonrisa de boca cerrada, incitandome a hablar.

- Me duele el culo - otra mueca se instala en mi rostro, mis labios se fruncen y mis ojos se achinan -. Estar tanto tiempo sentado me dejó acalambrado.

Ella asiente.

- Ah, entiendo. Y... ¿no será por...? - deja la pregunta en el aire, su rostro forma una extraña mueca.

Marizza suelta una risotada que bien podría haber sido escuchada por todo el barrio. Sus ojos se humedecen y una lágrima cae de ellos mientras mi amiga sigue riendo como loca. Yo la fulmino con la mirada, luego alzo una ceja, confundido por su repentina risa.

- ¿No será por...? - lncito a terminar su pregunta.

Ella sigue riendo, aunque noto que trata de dejar de hacerlo.

- P... perdón - otra carcajada escapa de sus labios, los cuales intenta sellar. Limpia sus lágrimas y tapa su boca -. No sé porque me c... causó tanta gracia.

Al sacar su mano, veo como sus labios tiemblan por la tentación de volver a reír.

¿Qué le puede causar tanto?

- ¿Qué? - pregunto, cansado de no saber la causa de sus risitas - ¿De qué te reis?

- Nada... nada - replica adoptado una expresión más seria.

Al fin calma su risa y relaja sus facciones, y aunque me deja más confundido, decido no insistir en el tema. Ella parece notar mi cara de confusión así que suspira y por fin lo dice, aunque no se lo haya pedido.

- Es que se me cruzo por la cabeza la patada que te metió el tipo del boliche cuando nos sacaron - rueda sus ojos, obvia.

No me causa gracia, por lo que la miro de mala manera, enojado porque se ría de tal estupidez.

Desde que te ví. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora