» segundo.

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n/a: No suelo hacer esto (lo de escribir notas antes del capítulo) pero queria decir que si hay alguien que está leyendo Quinlan sin haber antes leído 1982, recimiendo que lo haga ya que si no, no se enterará de nada. No os tomará más de diez minutos, así que...

Bueno, disfrutad del capítulo.

Carmen.

Como todavía tengo que recuperar el día que libré por el concierto en el restaurante de mis padres, han aprovechado para dejarme sola trabajando esta noche y salir a una cena con sus amigos (lo cual me viene bien porque aun sin concierto, hubiera tenido que hacerme cargo sola).

Y odio con toda mi alma estar sola una noche de viernes en Smith's. Está todo lleno y tengo que cocinar, servir, limpiar... el día más concurrido de la semana.

-Ker, me quedo contigo.

Miro a Arline como si hubiese dicho que quería morir (aunque en realidad, prácticamente es lo que ha dicho).

-¿Te ofreces a trabajar un viernes? Déjalo, es mortal. Ya lo haré yo sola.

Mi amiga pone los ojos en blanco.

-¿Ni siquiera quieres que esté fregando platos o... o tu cocina?

Le dedico una sonrisa ladeada.

-Si hablamos de mi cocina... no, es broma. Pero de veras me harías un favor si hicieras de camarera.

O sea que al final, decidimos trabajar como lo hacemos de costumbre, aun cuando mis padres están aquí.

Y a las diez, cuando más gente hay, entra frenética en la cocina (bueno, mi cocina), y yo exclamo:

-¿Qué haces aquí? ¡A esta hora es cuando más gente viene!

Deja un montón de platos sucios y coge otro montón de platos con mi comida.

-¿A que no sabes quién ha venido? -Y antes de que me dé tiempo de pensar, responde-: ¡el chico de la mesa once! ¿Qué mierda...? Además, en cuanto ha entrado, me ha mirado fijamente, ya sabes, como si me atravesara, y me ha dicho Pensaba que me reservabas mi mesa, Arline. ¡Eso me ha dicho! Y se ha sentado en la doce. ¿Te lo puedes creer?

Pongo los ojos en blanco.

-¿Y qué ha pedido?

-Ay, Ker, de verdad... Luego, tú y yo tenemos que hablar.

Y justo cuando va a salir, a punto de cerrarse la puerta, oigo:

-Ha pedido un croissant, como siempre.

Sonrío.

Ni siquiera parece tan molesta, a estas alturas.

Ya tarde, me encuentro limpiando la cocina mientras que Arline barre el comedor. Entonces, llaman a la puerta, y ella grita por mí:

-¡Está cerrado!

Y luego llaman una vez más.

-¡He dicho que está cerrado!

Pero quien sea, aporrea la puerta con tanta energía que de verdad parece que ésta va a venirse abajo.

-¡¡Me cago en...!! ¿Acaso no he dicho que está...?

Para mi sorpresa, la voz de mi amiga va apagándose, y yo imagino que el individuo ha captado el mensaje (aunque, de todas formas, hay un cartelito en la puerta que, estoy segura, dice Cerrado). Sin embargo, Arline entra en la cocina y murmura un:

-Alguien ha venido a verte.

Y se va antes de que yo pueda preguntar.

Quinlan (1982) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora