Mi pueblo es pequeño. Somos apenas quince mil habitantes. Hay un instituto, dos colegios y la universidad está a tres cuartos de hora en tren.
Por eso me sorprendo tanto cuando llego al restaurante y me doy cuenta de que está atestado de gente. Y de que es por una boda.
Realmente me sorprende porque normalmente las vecinas desocupadas cotillean acerca de todo lo que pasa por aquí, y los rumores circulan. Eso en realidad es muy molesto. Aunque nunca me he quejado realmente; soy tan poco importante que nunca ha circulado ningún estúpido rumor sobre mí.
—¡Menos mal que estás aquí, Ker! —exclama Arline—. Pensé que tendría que ponerme a dirigir la cocina... —Cuando le dedico una mirada que da a entender que no sé de lo que está hablando, me explica—: Creía que tu madre te había avisado... vamos a trabajar con una empresa de catering, ya sabes, como cuando es una boda grande. Pero la convencí para que nadie te mandara en la cocina, porque sé que odias eso.
A modo de respuesta, cojo mis cosas y comienzo a limpiar mi cocina. Pensar que tendré a más cocineros revoloteando por aquí me pone de los nervios de tal manera que me hace querer limpiar y organizar todo.
—Creo que también debería decirte que...
Cuando mi mejor amiga está a punto de terminar la oración, mi madre irrumpe en la cocina y dice:
—El menú está ahí, y el número de invitados también. Y no te olvides de no pasarte con la salsa.
Pongo los ojos en blanco. No entiendo por qué la gente se queja tanto de mis perfectas salsas cuando son maravillosas. Y no, no es que me crea mejor por saber cocinar, es más, en realidad no me gusta tanto, pero para algo que se me da bien, me molesta que no lo sepan apreciar.
—Por fin —suelto un suspiro cuando mi madre sale, y me vuelvo hacia Arline—. ¿Qué me ibas a...?
—Yo de ti empezaría, porque están viniendo tus ayudantes de catering.
Y sale.
¡Cómo odio que haga eso!
Cuando llegan, le explico a todos los cocineros el menú y donde están las cosas.
Todos parecen saber bastante pero eso no cambia que aunque la mayoría me doble la edad, en esta cocina y en ningún otro sitio, mando yo.
Arline aparece muy apurada diciendo que van a venir los camareros a por los entrantes y me dan ganas de gritarle que se relaje porque me está poniendo nerviosa. ¡Es una boda y nada más! Quiero decir, es bastante común que se celebren banquetes en Smith's así que no sé por qué...
Se me corta el pensamiento, la respiración, y, por un segundo, juraría que el corazón ha dejado de latir o que la sangre ha dejado de correr por mis venas.
Porque veo por la ventanilla de la puerta la fila de camareros, todos vestidos con uniformes neutros e iguales.
Pero yo veo al chico de pelo negro y ojos azules que esconde tatuajes bajo esa camisa blanca.
n/a: odio estas notas, odio haber tardado un mes en subir... es para matarme, en serio, pero he estado regular, y no tenía tiempo... no lo sé.
además, adoro esta historia y dios, tenía que ser perfecto.
así que... pido disculpas por esto.
espero que os guste y que os haya merecido la pena esperar aun así
pd: quinlan en multimediaaaaa (fangirleos los justos, que ash es todo mío kjnasdjkasndk)
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Quinlan (1982) ©
Ficção AdolescenteSegunda parte de la bilogía "1982", es necesario haber leído antes "1982" para entender esta. ❝¿Qué me has hecho, Quinlan?❞ - printruck© - Queda totalmente prohibida la copia parcial o total de esta obra. Todos los derechos reservados.