Capítulo 3

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A pesar de la llamada, Marinette no se quedó tranquila. Apenas pudo dormir unas cuantas horas y lo hizo muy mal. Cuando al salir el sol se dio cuenta de que ni de broma podría volver a conciliar el sueño, se puso a trabajar. Era irónico que aquello que la había metido en ese lío fuese lo único que pudiera tener su mente ocupada, pero enfocándose en su trabajo no tenía tiempo para dejarse hundir en su miseria.

En todo el día, apenas hizo unas pausas para comer las cosas que su mamá le subía e ir al baño. Ni siquiera se había cambiado la pijama (hecha por ella misma, con temática de Chat Noir). Para las siete de la noche, ya había avanzado tres días de trabajo y los conjuntos de Alya, Rose y Chloé estaban finalizados.

Tomó algunas fotos de su trabajo y se las envió a las chicas por separado, para ver si estaban satisfechas. El de Alya tenía temática de Rena Rouge, con la excusa de que los colores de la superheroína combinaban con ella; sobra decir que estaba encantada con el resultado. El de Rose era algo más tierno, de colores blanco y rosa pastel y con algunas flores bordadas. Y por último, estaba el de Chloé: ese era punto y a parte, ella misma admitía que se había lucido. Obviamente la temática era de Queen Bee, y a petición de la rubia, había agregado un liguero y unas medias de red gruesa. Era demasiado atrevido para su gusto, pero iba bien con Chloé. La rubia se deshizo en halagos al ver las fotografías, diciendo que seguramente se iba a ver divino en ella y Marinette no lo dudaba; la rubia había desarrollado una figura escultural. Era curioso como su amistad con Chloé se había ido desarrollando desde hace un año, cuando para animarla tras haber presenciado un desplante especialmente indigante hecho por su madre (ese día se había contenido para no colgar a la mujer de la torre Eiffel), llevó a la escuela una sudadera negra con las palabras "Team Bee" , junto a una corona y una abeja bordadas. Desde ese momento, se habían hecho más cercanas y había comprendido que Chloé no era una mala persona, solo carecía de habilidades sociales. En cierta forma se había convertido en su diseñadora personal, y tenía que admitir que su fama como diseñadora amateur había aumentado exponencialmente desde que la rubia comenzó a subir fotos en Instagram utilizando sus modelos; vaya, incluso había diseñado un vestido de gala para una política y había podido comprarse un nuevo celular con el dinero ganado.

Con los ánimos ligeramente renovados por los halagos de sus amigas, decidió que era momento de darse un merecido descanso y Tikki no pudo estar más de acuerdo con ella. Su cuerpo estaba entumecido por las horas de trabajo y un baño caliente acompañado con unas esencias de lavanda sonaba fenomenal. Preparó la bañera, prendió unas velas aromáticas, puso algo de jazz suave y se dispuso a relajarse. Mientras estaba sumergida en el agua, trataba de no pensar. Aún quería que la tierra se la tragara por el incidente de la madrugada, pero estaba un poco (solo un poco) más tranquila. Ya había atravesado algo similar con el incidente de las estatuas cuando tenían catorce años y había quedado superado. Pensándolo con con la cabeza fría, esto era solo un poco peor que aquello. Tal vez la había visto en lencería, pero por lo menos no había actuado como una loca con fetiche por las estatuas de cera. Y al final, Adrien le había dicho que no había problema, ¿no?

- Veo que ya estás más tranquila, Marinette. - comentó Tikki alegremente.

- La verdad, sí. Aún sigo muy avergonzada, pero creo que sobreactué un poco. De todas formas, Adrien es modelo; debe de ver seguido a muchas chicas en ropa similar y seguramente con muchos mejores "atributos". - Lo último lo dijo con una pizca de amargura.

- Entonces supongo que es un buen momento para decir "te lo dije". - Marinette suspiró.

- Supongo que sí. Tenías razón, Tikki. Pero sí, lección aprendida. No más fotos en ropa interior. En fin, estoy exhausta. Creo que es tiempo de descansar. - Tras decir esto, salió de la bañera y se colocó una mullida bata blanca. Tomó otra toalla para su cabello y se dirigió despreocupadamente a su habitación.

Persona equivocadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora