Capítulo once.

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Seguía sin saber porque me preocupaba tanto por el maldito pero lo hacía y no podía evitarlo. Él era culpable de mis males pero ahora yo era culpable del suyo. Estaba débil en una cama y eso me hacia sentí remordimiento. Odiaba sentirme así.

Aun seguía encapuchado para pasar lo mas desapercibido posible.

Entré al hospital el cual conocía bien. Mi madre trabajaba allí y de pequeño lo había visitado varias veces cuando no tenía con quien dejarme y debía permanecer en enfermería largas horas.

Sabía perfectamente donde guardaban las drogas aunque no estaba seguro de que buscaba lo pensaría sobre la marcha.

Pasé la zona donde había mayor cantidad de gente y empecé a caminar por los blancos pasillos dirigiéndome al cuarto de fármacos.

Me aseguré de que nadie estuviese observándome y me adentré en el cerrando la puerta con seguro al entrar.

Me dispuse a buscar entre las estanterías repletas de medicamentos y hallé justo lo que necesitaba; dipirona. Eso aliviaría el dolor de Louis, era lo que le daban a los pacientes en casos como ese. Al menos eso había escuchado.

Debía darle intravenosa para que el dolor se fuese más rápido. Yo no sabía cómo hacer eso pero tomé varias ampollas, agujas y jeringas que escondí entre mis ropas.

Cuando finalmente estaba decidido a salir, alguien giró la manija de la puerta y entre en pánico.

― ¿Quien anda ahí? ―Preguntó una voz masculina.

Mierda, mierda, mierda.

Pensé ¿qué demonios haría? Permanecer en silencio hasta que quien sea que estuviese tras la puerta se fuera. Pero eso no ocurrió. Sentí más voces que hablaban de derribar la puerta mientras la manija seguía siendo girada cada vez con más brusquedad.

Había una puerta al otro lado la cual no había visto hasta ese momento y hacia allí corrí. La abrí y me encontré con lo que parecía ser un pequeño cuarto de servicio. No había por donde huir, allí me encerré, a oscuras, porque la otra puerta se había abierto y podía sentir a mas de una persona hablar.

―Creí que había alguien ―dijo uno de ellos.

―Nadie entra aquí sin autorización, mejor tranquemos y ya vámonos ―habló otro.

Cuando supe que ya no había nadie salí de mi escondite. Para mi suerte, la puerta podía abrirse de adentro así que pude salir.

Minutos más tarde, me encontraba fuera del hospital con todo lo que necesitaba.

+++

Giré las llaves dentro de la cerradura y entré al horrible edificio. Caminé hacia arriba y me puse a pensar en que Louis me había cargado hasta su departamento a través de esas mismas escaleras dos veces.

Al fin llegué a su departamento y luego de abrir la puerta volví a cerrarla con llave.

Una vez más estaba ahí. Y ahora, era porque yo había decidido que así fuera.

Aun había rastros de sangre por el suelo en la entrada y hacia la habitación. Debía limpiar ese desastre.

Me aseguré de que Louis siguiera allí y así era. Me acerque a él con cautela. Seguía dormido pero supe que se había movido. Estaba al centro de la cama y su mano sobre la herida, tome su pulso por la muñeca y este era normal.

Stockholm syndrome {Larry Stylinson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora