Capítulo dos {+18.

22.5K 1.3K 638
                                    

Abrí mis ojos lentamente, parpadeé varias veces para que mi visión se aclarase y fue allí cuando quise levantarme bruscamente pero sentí como algo que parecía cuerdas me lo impidieron.

― ¿Dónde estoy? ¿Qué quieres de mi maldito demente? ―grité lleno angustia y desesperación al sentirme atado de pies y manos, literalmente.

―No grites, nadie te oirá ―sentí su voz tan calma que me heló por completo.

― ¿Qué es lo que quieres? Quédate con el maldito bolso y...

― ¿Crees que si quisiera tu bolso hubiera hecho todo esto? ―soltó una sonora carcajada aguda.

―Mi familia no es de mucho dinero, no pagarán un rescate, déjame ir y juro que no diré nada ―pedí queriendo voltear a verle, sabía que estaba detrás de mí y eso era aún más desesperante.

―No pediré rescate, te soltaré cuando me des lo que yo quiero y serás tú quien vuelva a mí ―posó su mano en mi hombro logrando que un escalofrío me recorriera de pies a cabeza.

―No sé de qué me hablas, no sé quién eres ¡No sé nada! ―dije elevando la voz y levante la mirada para observarlo por sobre mi hombro. La habitación estaba a media luz, pero era suficiente para poder verlo detenidamente: Su cabello era castaño, su piel clara, tenía una sonrisa picaresca, la cual me daban ganas de quitarle del rostro porque lo hacía ver sumamente atractivo, candente. El maldito era la perfección en persona. Perdí el aire por un instante cuando pude sentir su mirada penetrante puesta en mí, recorriendo mi figura entera con aquellos hermosos ojos que me recordaban al oscuro cielo de verano y al mar por las noches: Zafiro, eran como perfectas piedras de zafiro.

―Te daré una pista de lo que hablo ―volvió a colocarse tras de mí y sentí ambas manos posándose en mis hombros, bajando muy lentamente hacia mi pecho. Una corriente eléctrica me invadió hasta lo más profundo de mi ser cuando su aliento caliente impactó en mi nuca ― ¿Aun no sabes Harry? ―me susurró al oído. Cerré fuertemente mis ojos cuando su tacto llegó a mi entrepierna. Mierda, estaba excitándome con un maldito demente.

―Detente ya ―pedí con la voz entrecortada ya que comenzó a frotar mi miembro sobre la ropa―, por favor. ―agregué casi en un susurro mientras ocurría lo inevitable, una erección bajo mi pantalón.

―Harry, tu boca pide que me detenga, pero tu cuerpo no dice lo mismo ―mencionó disfrutando de mi sufrimiento para luego con suma delicadeza rozar sus labios en mi cuello mientras tomaba mi barbilla. Tortuosamente su lengua cálida se deslizó hasta mi mejilla, donde se detuvo y se paró justo frente a mí. No lo veía, mis ojos permanecían cerrados, pero podía sentir cada movimiento, hasta que de pronto, no sentí nada más. Abrí mis ojos y lo vi revolviendo un cajón, aun no me había percatado de cómo era aquel lugar, una habitación pequeña, pero lo suficientemente grande para que entrase una cama matrimonial, una mesa de luz a  cada lado, un pequeño armario y un sofá. Volvió hacia mí observándome fijamente mientras en su mano derecha sostenía una bandana color marfil.

― ¿Qué harás con eso? ―pregunté intrigado observando cada uno de sus movimientos―, responde ―exigí elevando la voz pero me ignoró por completo. Se acercó a mí y colocó esa bandana tapando mis ojos― oye ¿Qué demonios estás haciendo?―cuestioné algo alterado pero él no respondió. Ató la venda lo necesariamente fuerte para que yo no viera absolutamente nada. Separé mis labios para manifestarme en contra de lo que estaba haciendo y sentí dos de sus dedos rozando temblorosamente mi boca.

Stockholm syndrome {Larry Stylinson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora