Alucinaciones Colectivas

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–Era oscuro, cuatro patas, una cola, un torso, y lo más seguro sin alma. Nadie me lo contó, yo lo vi andar con una aterradora calma, impropia de ese tipo de horrores. Y aunque pueda parecer un imposible, yo sé que cuando paso justo frente a mí, me estaba mirando. (Su pálida cara se veía seria.)

–Muchas gracias señor David, su declaración nos servirá de mucha ayuda. (Dijo Emilio algo confundido)
(Así se despidió uno de los dos jóvenes del hombre al cual entrevistaba.)

– ¡¿En serio te crees estas cosas?! Desde que hiciste la crónica sobre el árbol ese del parque central no dejan de llegarte pedidos para que "investigues" cualquier tontería que le dé (o le haya dado) por inventar a la gente de este pueblucho. (El compañero de labores de Emilio no se contenía ni siquiera un poco al mostrar lo incrédulo que era.)

–Primeramente, Sabes que Celeste es una ciudad. ¿verdad? Y bueno que te puedo decir me entretiene, y... me da que hacer.

–Mi pregunta fue si te lo crees. Si le haces caso a algo de eso, y mira en realidad ese no es el problema, la cosa es que... ¿Quieres quedarte en eso? Ser recordado solo por el chico que investigaba los cuentos de camino, las alucinaciones de esos loc... (entrecorto su frase por un segundo) gente, de esa gente. (desde hacía ya un tiempo y tras un suceso misterioso la gente de ciudad Celeste sin que hubiera ningún acuerdo previo, ni nada por el estilo, casi en forma unánime, se censuraban de decir la palabra "loco".)

–Hay veces que solo uno debe dejarse llevar, apasionar a la gente, sacarlos de su cotidianidad, normalmente los diarios están llenos de malas noticias, cuando la gente ve mis reportajes encuentran algo distinto, es mi forma de marcar la diferencia.

– ¿Y el compromiso con la verdad dónde queda? Las realidades, "lo real y maravilloso" como quien dice, aunque sea crudo, desagradable o "una mala noticia" eso si marca la diferencia, la verdad.

– ¿Por qué crees que estoy haciendo toda esta investigación, buscando testimonios, entrevistando personas? Yo también estoy buscando lo real, y tú lo sabes, sino porque me acompañas en todo esto... (Aunque la mayoría de las veces las conversaciones con su mejor amigo iban en broma, esta vez se notaba un poco más de seriedad en el asunto, solo un poco)

–Porque si no me despiden. (dijo Xavier Espesura exagerando su expresión, para que se notara que aquello se trataba de una sonrisa falsa) Y entre risas, esta vez auténticas, el par de jóvenes se dirigieron al sitio donde se verían con su siguiente entrevistado.

–Buen día somos los reporteros del Celeste Journal, mi nombre es Emilio del Páramo y este es mi compañero Xavier. ¿Usted vende siempre de este lado de la alameda, estaba aquí cuándo ocurrieron los sucesos de anoche?

–Claro que estaba aquí, vivo muy cerca y salgo con mi carrito a vender en las mañanas, descanso en la tarde y retomo la faena cuando se pone oscuro. Aquello fue una locura, aunque la noche empezó tranquila como cualquier otra, los jóvenes de un lado al otro de la alameda, mirando al mar en el muro del malecón, o sentados en grupo cerca de alguna farola.

–Y cuando noto que las cosas se empezaron a poner "rara". (dijo Emilio poniendo la mejor cara de curiosidad que tenía.)

–Notar...? No tuve tiempo de notar nada. Solo vi la estampida de gente que se me echaba encima, casi que no tuve tiempo de mover mi carrito, me salvé en tablitas como quien dice, porque este carrito...

–Pero en si no vio lo que paso. ¿Me equivoco? (interrumpió Xavier)

–No, no vi nada como tal, pero la gente...

–Me lo imagine. (volvía a cortar el dialogo el joven)

–Aunque si tengo una vecinita que estuvo en el mismo lugar donde todo paso, si quieren les puedo dar su dirección, como dije no es muy lejos de aquí. (contrataco el señor del carrito con una velocidad increíble, para asegurarse no ser interrumpido)

Relatos del concurso GeschiChten Awards 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora