Capítulo 11

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Mientras la pelirroja estaba revisando aquellos últimos documentos comenzó a divagar como sería ver a su esposa con el océano de fondo, probablemente haría juego con aquellos ojos, realmente tenía una necesidad extraña que hacia querer conocerla más y debía admitir que la atraía bastante pero desconocía su personalidad así como su pasado.



Cuando ya era hora de partir, Anna busco a su esposa por el castillo ya que ya estaba el carruaje real esperándolas, la encontró en la sala principal realmente estaba hermosa, llevaba un vestido azul marino y encima un saco largo de color negro, sus cabellos rubios estaban sueltos y rebeldes, estaba maquillada de manera sobria, aunque ese leve delineador hacia que sus ojos azules resaltasen más aún, Elsa se limitó a brindarle una leve sonrisa y a la futura reina le dió un vuelco en el corazón, era demasiado hermosa.

Cuando ambas ya estaban en el carruaje había una tensión, Elsa miraba por la ventana suspirando y tratando de ignorar a la alfa que estaba sentada frente a ella que encima la miraba con descaro.
- Acaso tengo algo en mi rostro?- preguntó la omega sin apartar su vista de la ventana.
- Si...una belleza sin igual- respondió Anna con una sonrisa.
- Sabes que es de mala educación mirar fijamente a alguien, es incómodo- dijo la omega sin mirarla todavía.
- Lo sé pero no puedo evitar hacer esto-  Anna se acercó a ella y le dió un beso en la frente para volverse a sentar con una sonrisa triunfante.
- Que... qué te sucede?- dijo la rubia mientras miraba con asombro a la alfa pero no pudo evitar ruborizarse.
- Nada, sólo creo que no siempre debes estar a la defensiva podemos llegar al menos a ser amigas-
- No sé, realmente no me fío de los alfas y tu no eres la excepción, además ustedes sólo se aprovechan de personas como yo-
- No es así, realmente independientemente de ser alfa, omega o beta yo no forzaría a nadie por un deseo egoísta mío-
Fueron interrumpidas por el abrupto freno y la apertura de la puerta del carruaje, ya habían llegado a la costa donde estaba el crucero.

No era la primera vez que Anna viajaba por el océano pero volvió a tener una mala espina, cuando ambas se subieron y estuvieron en su camarote con vista hacia el océano y con salida exclusiva a la proa del crucero, Elsa decidió observar con maravilla ese espectaculo, la costa de Arendelle se hacía cada vez más y más lejana, el ver esa gran masa de agua traía paz a Elsa pero en cambio Anna comenzaba a tener mareos y una sensación de nauseas, como estaban hacia el borde del navío se sentían más los movimientos del agua.

Anna le dió su espacio a su esposa y se tumbó en su cama, ese movimiento duraría días y en un punto dado se quedó dormida y ni siquiera se percató de ello, cuando despertó la omega no estaba en ninguna parte del camarote así que supuso que estaba recorriendo el lugar pero no le gustaba la idea de que estuviera sola por ahí así que comenzó a buscarla y la encontró hacia el buffet que había allí, la joven rubia estaba con una bandeja con dos platos cargados de bocadillos, la alfa sonrió y cuando la omega la vió se le acercó y le dijo: Ten esto es para ti, me gusta elegir lo que voy a comer además debes comer liviano, no quiero que vomites en algún punto de la madrugada.
Anna no le respondió pero aceptó aquel plato.



Ya cuando era muy de noche ambas decidieron que compartirían la cama ya que era espaciosa y también porque empezaba a hacer un frío de golpe.
Elsa durmió dándole la espalda, la alfa pensó que los supresores le estaban haciendo un buen efecto ya que ni siquiera se podía percibir ningún aroma pero fue irrumpida de sus pensamientos por un trueno que se oyó peligrosamente cerca.
- Bueno, todo bien sólo es una tormenta- murmuró Anna tratando de convencerse de eso, miró a la omega que increíblemente estaba aún dormida.
Y de golpe se escuchó una fuerte explosión que provenía de la popa probablemente, la lluvia y el tambalea no se hicieron esperar, la omega se despertó completamente asustada y sin darse cuenta se aferró a la cintura de Anna y la comenzó a abrazar fuerte.
La alfa trataba también de no caer en pánico pero primero debía mirar que pasaba, salió hacia el pasillo sólo para quedarse atónita, era una imagen que no saldría de su cabeza, desde allí le ordenó a la omega que ni se asomase, el crucero estaba en llamas y habían cadáveres por todos lados como también gente gritando.
De nuevo hubo otra explosión y una varilla de hierro se incrustó en el muslo derecho de Anna, trato de no chillar de dolor pero cayó de rodillas, se incorporó a duras penas y fue junto a Elsa en su camarote.
La rubia se asustó al ver como una varilla del grosor de un mango de espada atravesaba el muslo de la alfa, comenzó a llorar, no podía ser... moriría allí, comenzó a hiperventilar hasta que Anna la sacudió para que vuelva en sí.
- No es momento de perder la calma tenemos que salir ya de aquí hacia el estribor hay botes salvavidas.
Elsa se ofreció para ser soporte de Anna que cojeaba y a la par que tensaba los músculos con cada paso salía más sangre, la adrenalina y las ganas de proteger a la omega la mantenían aún consciente.
Salieron por la otra puerta del camarote y cuando llegaron ya sólo quedaba un bote salvavidas, Anna y Elsa lo lanzaron al océano, de nuevo hubo otra explosión, sabían que el crucero no duraría mucho, la rubia dudaba en tirarse al océano por lo que Anna observó si había algo en el agua que podría lastimarla y como no lo halló, empujó a la omega y luego saltó tras ella, la lluvia era torrencial pero debían apurarse y alejarse del barco porque parecía que este explotaria en su totalidad, cuando ambas subieron al bote tiritaban de frío, estaban congelandose y el hecho que llueva no ayudaba, las olas movían al bote a su merced, Elsa abrazó a Anna para crear calor ya que aún tenía la varilla en su muslo, la pelirroja se sentía cada vez más débil pero no se rendiría, ella no era débil pero en algún punto ambas quedaron dormidas abrazadas.
Anna se despertó y se intento sentar pero tanto el dolor como el agarre de Elsa eran fuertes, no estaba muerta al menos, reviso a la omega y estaba bien aparentemente, la despertó porque se fijo que estaban encalladas en una playa desierta, la pelirroja rasgó su pantalón y con todo el valor que le sobraba se extrajo el pedazo de metal del mismo, ahi no pudo evitar gemir de dolor, con rapidez se vendo con fuerza el muslo cubriendo ambas heridas y Elsa que la miraba con respeto podría decirse la ayudo a salir del bote.

Matrimonio entre extrañas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora