Entré a paso lento y una vez tuve frente a mí al invitado de mi esposo reverencié como saludo bajo su atenta mirada.
–querida, este es el señor Kim Nam Joon, ha venido desde Corea, porque está interesado en firmar un contrato conmigo– me informó mi esposo y yo me senté junto a él, asentí con la cabeza y solo me dediqué a observar al horizonte como siempre lo hacía
Nada de esto me era de interés ni lo sería en algún momento, yo solo debía ser la muñeca perfecta, no hacer mucho ruido y verme bien.
–perdón que lo moleste señor Sedraia– se excusó el secretario –tiene una llamada muy importante, es el alcalde– comentó y mi esposó bufó notoriamente molesto –puedo decirle que lo llamará más tarde– dijo tartamudeando y mi esposó negó con la cabeza
–discúlpeme– dijo François haciendo esa asquerosa sonrisa falsa y salió de la sala
Tenía mi mirada fija en el horizonte y mi mente completamente vacía, llena de una increíble paz y calma tan falsas y tan efímeras,
–¿está ciega señora Sedraia?– preguntó descortésmente el invitado y, sintiéndome humillada, lo miré sin expresión en el rostro, él me sonrió burlón y repitió su pregunta a lo que yo negué con la cabeza –¿por qué no me miraba?– preguntó curioso y yo hice una ligera mueca –vaya, entonces es muda– añadió fanfarrón
Harta de su constante molestia decidí encararlo –¿cómo se atreve usted a hablarle así a una mujer casada?– me quejé, él me miró arqueando una ceja y acomodando su mentón en su mano
–¿qué cómo me atrevo?– rió sarcástico –no es ningún pecado hacerlo señora Sedraia, usted es libre con quien guste– lo miré sorprendida por sus palabras y negué con la cabeza –¿acaso su esposo le prohíbe platicar con otros hombres?– negué con la cabeza –que peculiar– comentó y yo arqueé mi ceja, mi esposo nuevamente ingresó a la sala y yo lo miré curiosa
François suspiró cansado y me miró –trae a mi hija– asentí con la cabeza y me retiré del lugar
Ese hombre era un atrevido, simplemente un maleducado y realmente me parecía alguien pesado, rezaba con alma y corazón porque se retirara pronto de mi hogar para así aislarme a mi habitación y mirar el paisaje por el balcón mientras lo maldecía por tener la osadía de hablarme y aún peor de eso modo.
–Victoria, tu padre solicita tu presencia, vas a tocar para su invitado– le dije y ella tímidamente salió de su habitación, me miró con temor en sus ojos
–no sé si pueda hacerlo– dijo nerviosa y yo negué con la cabeza –tengo mucho miedo
–si lo arruinas tu padre te enviará a un convento, lo sabes ¿no?– dije y ella asintió temblando
Bajé las escaleras y nuevamente me adentré a la sala de estar –miré señor Kim, esta es mi hija mayor, Violeta– arqueé una ceja y Victoria se adentró a la sala hecha un manojo de nervios, reverenció torpemente y sentí como François se tensó frente a ello –ella sabe tocar el piano, mi esposa le enseña–
El señor Kim miró a Victoria, para después repasar su mirada en mí –entonces la señora Sedraia toca también– afirmó y mi esposo asintió –¿por qué no hacen un dueto?– preguntó sonriente y noté como Victoria suspiró algo aliviada
–claro– respondió François extrañado
Victoria y yo nos sentamos frente al piano, ella me miró con algo de temor, ignoré completamente aquello y empecé a tocar, segundos después ella me siguió, tocaba segura pero temerosa de las notas, sentía que estaba demasiado nerviosa y me molestaba aquello porque en cualquier momento podía arruinar todo con una mala nota.
En realidad, me molestaba la idea de que fallara y su padre me reprendiera por no ser mejor, me fastidiaba criar a una hija que tenía pocos años menos que yo y con la que podíamos ser hermanas, pero debían actuar con mayor madurez.
La melodía continuó hasta que finalmente, la presencia de una empleada nos interrumpió y todos la miramos –la cena está servida– anunció y François se levantó del sofá
–Violeta, llama a Richard–
–me llamo Victoria– dijo lo suficientemente alto como para que su padre tensara la mandíbula, pasaríamos una mala noche y lo único que yo podía hacer era llevármela fuera de la sala, directo a su habitación
La empecé a empujar lentamente fuera de la sala de estar, pero el señor Kim nos detuvo –Victoria– dijo, se levantó de su silla y se colocó de cuclillas frente a ella –tienes un bonito nombre– comentó tranquilo y su mano empezó a temblar –¿no piensas responderme? –
Ella negó con la cabeza rápidamente a lo que él se colocó de pie rápidamente, parecía estar molesto, la expresión en su rostro lo denotaba –perdónela– dijo François –es un poco tonta–añadió y sentí mi brazo humedecerse por las lágrimas de Victoria
–su hija es muy inteligente señor Sedraia– defendió –no todos tienen una habilidad tan buena para el piano y si lo corrigió no debería molestarse con su hija, debería sentirse avergonzado de no saber bien el nombre de su propia sangre– comentó seriamente –seguramente tampoco sabe el nombre de su esposa– soltó con evidente molestia
–no señor, perdón señor, yo– empezó a excusarse
–pueden retirarse– nos dijo el señor Kim y asentí con la cabeza
Subí lo más rápido posible a la habitación de Victoria para que su padre no la quisiera golpear, era lo peor que podía suceder porque su pálido cuerpo se llenaba de moretones y sus inocentes ojos se bañaban de lágrimas cristalinas que paseaban caprichosas por su rostro.
–perdón– dijo llorando y yo negué con la cabeza
–tranquila– murmuré para ambas
–no debí hablar, ahora mi padre querrá golpearme– chilló y yo acaricié suavemente su cabello
–no debiste abrir la boca Victoria– dije preocupada y ella sollozó
"–una dama nunca habla– informó la institutriz
–pero ¿qué hago si quiero pedir algo?– preguntó una chica
–una dama nunca pide nada– se quejó la institutriz –cuando se casen ustedes solo harán lo que sus esposos les digan, no más, ustedes no tienen decisiones, cerebro, voz, nada después del matrimonio, solo deben ocuparse de sus hijos y pasear sumisamente con sus esposos– nos dijo –ustedes son damas, deben ser hermosas no perder el tiempo en estupideces que no sean el matrimonio–"
–odio esto April– me dijo y yo la miré curiosa –preferiría ser un hombre, me casaría con la mujer que yo amara, no tendría que encajar– sollozó y yo suspiré cansada
–no es tan malo para ti Victoria, los tiempos cambian, quizás y puedas casarte con un buen hombre, que te ame y se acuerde siempre de ti– dije sintiéndome extraña –espero no termines teniendo una vida tan miserable como la mía– añadí y Victoria me miró con sus ojos rojos y su nariz hinchada
–no te casaste por amor– negué con la cabeza –mamá también se casó por negocios– dijo y yo la miré curiosa
Victoria era cercana a mí ya que nuestra corta brecha de edad nos hacía tener una relación similar a la de un par de hermanas.
Llegué teniendo 17 años a la casa de los Sedraia y ella era apenas una niña de 10 que había perdido a su madre de una forma muy peculiar, nunca quería hablar de ello y su padre empezó a viajar más, a estar más tiempo lejos de casa, olvidándose completamente de sus hijos.
–nosotras no tenemos elección– le dije y ella negó irritada
–¿por qué no podemos?– se quejó –yo quiero enamorarme, así como en los libros de princesas, el beso del verdadero amor–
Reí sarcástica y ella me miró con sus ilusionesquebradas –esas cosas no existen Victoria, el amor no existe en el mundo en elque vivimos, eso solo es una fantasía–
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Eunoia® || KNJ
Fiksi PenggemarEunoia._ "pensamiento bello" En la sociedad europea del siglo XIX, a un pequeño pueblo de Inglaterra llega un hombre misterioso de nuevas ideas, un caballero que, con sus bellas palabras, consigue ganar el corazón de varias damas, pero hay solo una...